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domingo, 29 de septiembre de 2013

Asalto al poder

2/10
White House Down (USA, 2013).
Dirección: Roland Emmerich.
Intérpretes: Channing Tatum, Jamie Foxx, James Woods, Maggie Gyllenhaal, Richard Jenkins, Jason Clarke, Joey King, Matt Craven, Peter Jacobsen, Lance Reddick, Kevin Rankin.
Guión: James Vanderbilt.
Música original: Harald Kloser y Thomas Wander.
Fotografía: Anna Foerster.
Montaje: Adam Wolfe.
Idioma: inglés.
Duración: 131 minutos.



Estupidez al poder

Roland Emmerich es un director de superproducciones, un tipo que lleva muchos años buscando otro gran éxito al estilo Independece Day. Considero que es su gran éxito, no tanto por su calidad cinematográfica o  su recaudación en taquilla, sino por su capacidad para mantenerse en el imaginario colectivo. Pienso que Emmerich persigue hacer películas que trasciendan a su calidad y género, cine del que se hable durante décadas sin que nadie sepa muy bien por qué. Eso es lo que consiguió con Independence Day. O los que la visteis de jóvenes en el cine me diréis no recordáis como lo flipasteis cuando visteis esos enormes platillos volantes en pantalla. Yo aún lo hago.

En dicha búsqueda ha tenido siempre grandes presupuestos a sus espaldas e historias grandilocuentes que podrían haber dado más de sí, pero que nunca han llegado a cuajar del todo. En cambio, en los últimos años parece estar tratando de cambiar la fórmula. Si con Anonymous intentaba realizar un drama trascendente, con Asalto al poder se decanta con la acción pura y dura.

Con un argumento excesivamente parecido al de la reciente Objetivo: La casa blanca, Asalto al poder nos cuenta cómo un grupo terrorista intenta hacerse con el presidente de los Estados Unidos para forzarle a cumplir sus exigencias, mientras que un solo hombre tratará de impedirlo.

Argumento sencillo, cien veces visto -cambiando un poco el contexto-, que no da para mucho más que entretenimiento descerebrado del que se agradece de vez en cuando. Pero es que ni eso consigue Emmerich, y lo que debería ser intrascendente y divertido, quiere convertirlo (por momentos) en profundo y reflexivo. Y eso no es lo que se le da bien al director alemán. La película se nos planta en las dos horas largas, y pocas cintas de acción pueden soportar tal metraje.

Amor paterno filial, patriotismo de chichinabo, y profundos diálogos sobre traición y compañerismo que no llevan a ningún lado más que a seguir lastrando una película condenada al ridículo desde su concepción. Mención especial para la escena inicial en la que el presidente va en el Air Force One con su séquito. Pocas veces ha dado tanta angustia el patriotismo americano. Emmerich expone al presidente de los Estados Unidos como un tipo guay, idolatrado por todos, uno de esos tipos que cada vez que abre la boca consigue hacer que todo el mundo sonría y ponga una cara que parece decir: “no es nuestro presidente el tipo más inteligente y cool del planeta”. Y es que Emmerich parece no ponerle filtro a la estupidez.

Al final la película es un agotador engendro de más de dos horas lleno de caras conocidas -algunas de ellas hasta respetadas- que pasa de la acción al drama y del drama a la comedia sin sentido ninguno. Una película de acción que no impresiona nada y que aburre mucho. Otro intento fallido de Emmerich para volver a incrustarse en nuestros cerebros.


David Sancho



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