Into
the White (Noruega-Suecia,
2012).
Dirección:
Petter
Næss.
Intérpretes:
Florian Lukas, David Kross, Stig
Henrik Hoff,
Lachlan Nieboer, Rupert
Grint.
Guión:
Ole Meldgaard, Dave Mango, Petter
Næss.
Fotografía:
Daniel Voldheim.
Montaje:
Frida
Eggum Michaelsen.
Idiomas:
Inglés , alemán, noruego.
Duración:
100 minutos.
En tierra de nadie
El
absurdo de la guerra ha sido retratado infinidad de veces por el
cine. Incluido el tema de enemigos obligados a entenderse que acaban
forjando algo parecido a una amistad. Dentro de este subgénero
recordamos No Man's Land, aquella delirante sátira
que condenaba a un soldado serbio y otro bosnio al entendimiento en
una situación crítica. El mensaje es de gran obviedad, pero Tanovic
lo enriquecía con sus buenas dosis de sarcasmo.
Perdidos
en la nieve nos manda el mismo mensaje, aunque lo hace
desde otra perspectiva, la de una historia basada en hecho reales,
tratada con rigor y seriedad. En plena II Guerra Mundial,
ingleses y alemanes luchaban por controlar Noruega y sus recursos
naturales. Tres soldados germanos y tres británicos se pierden en el
desierto helado y terminan coincidiendo en una cabaña en medio de la
nada.
Lo
que ocurre a partir de aquí lo podemos adivinar. Son enemigos y la
desconfianza es total, pero también tienen que colaborar si quieren
sobrevivir. Las circunstancias les obligan a conocerse mejor, y ya
sabemos qué ocurre cuando desaparecen los prejuicios. El relato
sigue minuciosamente la estructura de este tipo de historias. La
evolución de los personajes y sus relaciones está tratada con mucha
corrección, y en el guión todo encaja con facilidad.
Una
película tan correcta, como falta de fuerza. Quizás contagiado por
el frío paraje, Naess nunca consigue darle verdadera emoción a un
relato tan previsible. Todo transcurre tal y como debe, pero no
hay sobresalto alguno que nos remueva. Ni siquiera se aprovecha del
todo las posibilidades de un entorno duro y fascinante. Una pena,
porque el simple hecho de rodar en aquellos parajes ya le da un plus
a este trabajo que finalmente no consigue calar con hondura.
Manuel
Barrero Iglesias
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