Social Icons

viernes, 5 de julio de 2013

La bicicleta verde


6/10
Wadjda (Arabia Saudí-Alemania, 2012).
Dirección y guión: Haifaa Al-Mansour.
Intérpretes: Waad Mohammed, Reem Abdullah, Abdullrahman Al Gohani, Ahd, Sultan Al Assaf.
Música original: Max Richter.
Fotografía: Lutz Reitemeier.
Montaje: Andreas Wodraschke.
Idioma: Árabe.
Duración: 98 minutos.



Las bicicletas no son para niñas


La primera película rodada íntegramente en Arabia Saudí, está realizada por una directora que denuncia la situación de la mujer en aquel país, algo extensible a casi cualquiera dominado por el Islam. Ya su sola existencia da valor a un film inspirado en la sobrina de la misma realizadora. Un país en el que las futuras mujeres, como Wadjda, tienen en su mano revertir una situación injusta. Aunque la tarea no será nada fácil.

La primera secuencia nos muestra a una niña que muestra nulo interés por el hecho religioso que se impone desde la escuela. La directora utilizará este tema de forma muy inteligente, al hacer que su protagonista se vuelque en el aprendizaje del Corán. Lo irónico es que la niña lo usa como mero instrumento para conseguir otro propósito que, además, choca frontalmente con las tradiciones imperantes.
La bicicleta siempre ha tenido un fuerte simbolismo en el mundo cinematográfico, especialmente desde que Vittorio de Sica vehiculara su obra maestra neorrealista a través una. Medio siglo después, Wang Xiaoshuai la usó de manera parecida (aunque algo más optimista) en La bicicleta de Pekín (2001). Haifaa Al-Mansour elimina casi toda la desesperación para ofrecernos un símbolo (color verde incluido) de esperanza.

La esperanza del cambio, que se encuentra en las nuevas generaciones. Esas niñas que como Wadjda, no se preocupan en ponerse bien el velo. Jóvenes que llevan zapatillas de deporte y que quieren jugar a “cosas de niños”. Pero no solo ellas se rebelan contra la situación injusta, ahí tenemos la figura de ese niño que camina junto a la futura mujer en busca de un futuro más igualitario. Es curioso como la opresión directa que sufre esta niña la recibe de parte de mujeres adultas, que contribuyen a perpetuar ese machismo.
Con el espejo de otras cinematografías asiáticas (especialmente Irán), el relato es contado a través de los ojos de un menor. Ellos simbolizan la inocencia, y son los primeros que sufren las consecuencias de regímenes absurdos. También tiene ese aire amateur que a veces hace crecer la obra, pero que otras veces desnuda carencias. Esa ingenuidad casi imprescindible para construir esta fábula que sueña con un mundo mejor.


Manuel Barrero Iglesias


No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
 
Blogger Templates