The
Purge (Estados
Unidos, 2013).
Dirección
y guión:
James De Monaco.
Intérpretes:
Ethan Hawke, Lena Headey, Max Burkholder, Adelaide Kane, Rhys
Wakefield, Edwin Hodge.
Música
original:
Nathan Whitehead.
Fotografía:
Jacques Jouffret.
Montaje:
Peter Gvozdas.
Idioma:
Inglés.
Duración:
86 minutos.
Una
buena idea, y poco más
Cuando
una película es promocionada diciendo que es de los responsables de
Paranormal Activity y Sinister, mal empieza la cosa.
Buen aliciente para la taquilla, pero malas credenciales si uno
espera ver algo con un mínimo de calidad.
Cientos
son las películas que parten de ideas interesantes y que luego se
quedan en casi nada, pues aquí tenemos otro caso. La cosa va de que
Estados Unidos ha encontrado la forma de reducir la el desempleo y la
violencia: establecer una noche al año donde el asesinato es legal,
permitiendo que los ciudadanos se desahoguen y permanezcan dóciles.
Además, como la mayoría de los asesinados son vagabundos y
maleantes, se reduce el paro y aumenta la armonía social. Pero un
día algo sale mal y uno de los miembros de la élite -uno de los que
se supone que pasan ese día viendo por televisión como el resto de
la gente se mata entre ellos-, ve amenazada su seguridad y la de su
familia, cuestionándose si lo que hasta ahora le había parecido una
brillante idea no es más que barbarie.
La
idea no es brillante, pero por lo menos genera un escenario bastante
interesante. Cien veces visto, pero interesante. Porque la acción se
centra en una casa aparentemente impenetrable que luego no lo es
tanto, y una familia que se atrincherará para conseguir salvar su
vida.
Pero
si bien se trata de una idea que ha generado muy buenas películas
-Perros de paja o Asalto a la comisaría del distrito 13
por poner dos ejemplos-, también ha visto aparecer cientos de
productos mediocres con un guión casi inexistente. Este es uno de
esos casos.
La
película resulta divertida y consigue mantener nuestra atención,
pero lo hace a base de que los protagonistas tomen decisiones
absolutamente inverosímiles que ponen constantemente sus vidas en
peligro. Es una de esas películas en las que el espectador se dice a
sí mismo todo el rato: “¿No será tan idiota para hacer eso?”.
Y los personajes siempre nos decepcionan.
Por
lo tanto la película entretiene y tiene una buena idea detrás, pero
no deja de necesitar traicionarse a sí misma para conseguir avanzar
hacia el objetivo deseado. Guionistas con falta de talento, pocas
ganas de esforzarse (o ambos defectos a la vez), condenan a la
película a la mediocridad y por, ende al, olvido.
David Sancho
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