Hannah
Arendt (Alemania-Luxemburgo-Francia, 2012).
Dirección:
Margarethe von Trotta.
Intérpretes:
Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julian Jentsch, Ulrich
Noethen.
Guión:
Pam Katz, Margarethe von Trotta.
Música
original: André Mergenthaler.
Fotografía:
Caroline Champetier.
Montaje:
Bettina Böhler.
Idiomas:
Alemán, francés, inglés, hebreo, latín.
Duración:
113 minutos.
Adelantada
a su tiempo
El
valor de esta película radica más en el personaje que retrata que
en sus propias virtudes fílmicas (que también alguna que otra
tiene). Hannah Arendt es un trabajo que nos acerca a
la figura de una pensadora libre, una mujer capaz de mirar mucho
más allá de lo que hay delante de sus narices. Y como le ocurre a
muchos de los que se adelantan a su tiempo, a Hannah le tocó sufrir
en sus carnes el desprecio hasta de sus propios amigos.
La
filósofa escribió una serie de artículos tras asistir en Jerusalén
al proceso en el que se juzgaba a Adolf Eichmann, Teniente Coronel de
las SS, responsable de la organización logística de transportes en
el Holocausto. Arendt publicó el libro 'Eichmann en Jerusalén',
cuyo subtítulo es Un informe sobre la banalidad del mal.
La pensadora defendía que los actos de Eichmann no eran fruto de un
mal intrínseco, ni siquiera de su antisemitismo. Sus
conclusiones eran que el militar nazi era un funcionario efectivo que
jamás reflexionaba sobre la naturaleza de sus actos.
Esta
teoría, unida a sus palabras sobre el papel que desempeñaron
algunos de los dirigentes judíos en el exterminio de su propio
pueblo, provocaron que Arendt se ganara la animadversión de gran
parte de una comunidad a la que ella pertenecía. El film se
dedica a ilustrar esa ceguera provocada por el (lógico) odio.
Hasta el punto de no identificar la claridad y lucidez de un
pensamiento diferente, que pretende ir más allá.
Algo
que queda muy claro en la secuencia en la que Hannah decide
finalmente defenderse públicamente de las acusaciones
desproporcionadas que ha sufrido. En un aula, ante jóvenes
estudiantes da un discurso aplastante y demoledor. Su audiencia -que
no ha vivido el Holocausto, con lo cual no está tan contaminada por
el odio- ovaciona a la filósofa. Pero a pesar de dejar clara su
postura de rechazo absoluto al nazismo, Arendt sigue recibiendo el
desprecio de sus coetáneos.
El
film de Margarethe von Trotta retrata esta realidad de forma muy
nítida. Puede que haya exceso didáctico, y que la realización
sea algo plana. Incluso la interpretación de Barbara Sukowa no
siempre es brillante, pero Hannah Arendt es una película
que sirve para que el público se aproxime a una de las mentes
brillantes del siglo pasado. Y como tal, cumple su cometido.
Manuel Barrero Iglesias
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