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viernes, 31 de mayo de 2013

Entrevista: Jack Taylor

"En cada película vivimos otra vida, y morimos un poco"


George Brown Randall nació en Oregon, el mismo año que comenzó la Guerra Civil española. A los veinte años se fue a México, apareciendo en una decena de películas, casi siempre con el nombre de Grek Martin. A España llega en 1963, y desde entonces ya siempre se le conocerá como Jack Taylor. Mito del Fantaterror español, ha trabajado a las órdenes de Jesús Franco, Armando de Ossorio, o Juan Piquer Simón. Pero también ha estado en títulos dirigidos por Monte Hellman, Ridley Scott, Roman Polanski, André Techiné o Milos Forman. A sus 72 años sigue bien activo. Los jóvenes realizadores se acuerdan de él para dar presencia a sus filmes de género. Es el caso de Hijo de Caín, en la que interpreta a un sabio maestro del ajedrez.

Por Manuel Barrero Iglesias

Fotografías: Jesús Perujo
*Excepto fotograma  Hijo de Caín

-¿Cómo llegó a este proyecto?
Fue muy fácil. Me llamó el productor Sebastian Mery, que ya me conocía de haber trabajado anteriormente en una película de Eugenio Mira (The Birthday).

-¿Qué le pareció el guión cuando lo leyó?
Me gustó. Y también el hecho de que la versión original está rodada en catalán y castellano. No estaba seguro de si iba a funcionar el guión; pero después de ver la película, sí, me parece un acierto.

-¿Y sobre su personaje qué nos puede decir? Hace un poco de sabio...
Hago de psicólogo retirado que, como dice el personaje, estaba harto de tratar con locos, y se metió en un berenjenal peor aún. Soy un psicólogo amigo del personaje de Julio Manrique, que es alumno mío en la película. Y en contra de mi buena intuición acepto ayudarle cuando me lo pide. Y claro, metí la pata.
-¿Cree, como su personaje, que hay gente mala por naturaleza a la que no se le puede ayudar?
Pues la verdad es que no lo sé. Soy actor, no psiquiatra. Hay personas con peores intenciones que otras, eso sí es verdad. Me gustaría pensar que todos tenemos un punto bueno, pero no lo sé.

-Su personaje es un maestro del ajedrez, ¿a usted le gusta jugar?
Jugué una vez al ajedrez en un viaje en barco, y gané. Pero no sé jugar. No me gusta jugar ni a las cartas, ni al ajedrez. Yo soy más hacedor que pensador.

-Siempre se le recuerda como un mito del cine fantástico y de terror...
Me asocian con ese cine, pero no todo lo que he hecho ha sido de género. He hecho de todo, pero si me recuerdan por algo, yo feliz.

-Quería saber cuál era su opinión sobre aquellas películas cuando las hizo, y si con el tiempo ha cambiado su valoración.
La mayoría de esas películas digamos que eran alimenticias, pero se han convertido en películas de culto. Eran de serie B cuando se hicieron, aunque aquí no existía eso de serie B ni serie A. Pero si pensamos en grandes películas de Hollywood, muchas eran de serie B.
-Con Jesús Franco trabajó en una decena de películas...
Hice ocho películas en un período de diez años, tres de las cuales me gustan mucho.

-¿Cuáles?
Necronomicón, Eugenie y Drácula son las tres que me gustan.

-¿Y cómo era trabajar con él?
Muy fácil. En Drácula y en Eugenie teníamos guiones, pero por ejemplo en Necronomicón había tres hojas escritas. Jesús inventaba algo, yo lo traducía, y lo hacíamos. Pocas veces he tenido dificultades con un director, siempre he tenido suerte en ese sentido.

-Bueno, alguna vez contó que tuvo algún roce Amando de Ossorio...
No entendí su dirección, y se enfadó conmigo, pero nada serio. Después hicimos otra cosita, y todo olvidado.

-Con Jesús Franco dejó de trabajar a finales de lo setenta. ¿Por qué no volvieron a coincidir?
Con las dos últimas películas que hice con Jesús, no me gustaba el camino que estaba tomando. Y tampoco me llamó, entonces nada, de mutuo acuerdo.
-También ha trabajado en grandes producciones bajo la dirección de gente como Ridley Scott, Polanski, Milos Forman... ¿qué diferencia hay entre trabajar en una gran producción y una de serie B? ¿Y dónde se siente más cómodo?
Te voy a contar una cosa. Cuando hice La novena puerta, el equipo me dio una ovación. Me cogió de sorpresa, porque no estaba acostumbrado. En España no era costumbre jalear a los actores, aplaudir al final. Antes éramos como animales de circo: “Tú ponte ahí y salta...”. Ahora sí es costumbre, ha cambiado mucho la manera de trabajar. Pero siempre he trabajado a gusto en España. Yo vine con una compañía musical con un contrato de tres meses, y aquí me tienes.

-¿Y le gusta vivir en España?
Por supuesto, digamos que es mi segunda patria.

-Quería preguntarle por dos directores a los que admiro mucho con los que usted ha trabajado: Monte Hellman y André Techiné.
Con Monte Hellman hicimos Iguana. Hice una cosa pequeña, pero yo quería trabajar con él, y me alegro mucho de haberlo hecho. Con Techiné hicimos Lejos, y estuvimos cinco meses en Tanger. Es curioso, cada director tiene su estilo. Por ejemplo en Hijo de Caín, Jesús sabía exactamente lo que quería. En el caso de Techiné, él lo sabía cuando lo tenía. Hubo un plano secuencia en el que yo entraba en una casa y subía unas escaleras. Hicimos como setenta tomas. Y el primer día de rodaje. Me dije: “Díos mío, ¿qué estoy haciendo mal?”. Cuando él tiene lo que quiere, lo sabe. Jesús Franco sabía exactamente lo que quería, rodaba por montaje. Polanski sabía lo que quería, ese fue el trabajo más fácil de mi vida. Cada director es distinto, cada película es un mundo. Siempre digo que en cada película vivimos otra vida, y morimos un poco. Porque dejamos un trozo de nuestro tiempo en cada una.

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