The
Great Gatsby (Australia-Estados
Unidos, 2013)
Dirección:
Baz Luhrmann.
Intérpretes:
Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton,
Elizabeth
Debicki.
Guión:
Baz Luhrmann,
Craig Pearce; basado en la novela de F. Scott Fitzgerald.
Música
original:
Craig Armstrong.
Fotografía:
Simon Duggan.
Montaje:
Jason Ballantine, Jonathan Redmond, Matt Villa.
Idioma:
Inglés.
Duración:
142 minutos.
El
gran fraude
Leo
a varios analistas afirmando que esta versión hubiera hecho las
delicias del mismísimo Jay Gatsby. No han entendido el espíritu de
la novela. O quizás soy yo el que no se entera de nada. Veo
a Gatsby como un romántico empedernido, alguien que utiliza la
opulencia con el único fin de atraer a su amada. De hecho,
deja bien claro que detesta las fiestas; para él los espectáculos
grandilocuentes son solo un medio. Todo lo contrario le ocurre a Baz
Luhrmann: para él, son un fin en sí mismo.
El
director, fiel a su estilo, nos bombardea con una primera mitad
frenética y excesiva. Pero el lenguaje videoclipero que tan bien
funcionaba en Moulin Rouge, destroza la obra de
Fitzgerald. Aquel musical jugaba al espectáculo puro y duro, y
lo hacía muy bien. Con un hilo argumental convertido en mera excusa,
Luhrmann podía dar rienda suelta a sus excesos.
Pero
se supone que El gran Gatsby cuenta algo más. Hay retrato de
una sociedad que instauraría las bases del mundo capitalista que hoy
conocemos. Una clase alta caprichosa y amoral que eleva el egoísmo
hasta su máxima potencia. Pero al relato de Luhrmann le falta
alma. En la segunda mitad del film, el director consigue controlarse,
pero es incapaz de transmitir nada de una mínima profundidad.
La
narración se vuelve gélida. Ni en lo más primario, la historia de
amor, este trabajo consigue agarrar al espectador. Ni tan siquiera el
opresor calor del verano neoyorquino -tan bien plasmado en la versión
de Jack Clayton- hace acto de aparición. Si a Luhrmann le quitamos
toda esa parafernalia que tanto le gusta, no nos queda nada. Solo un
director mediocre incapaz de hacer cine.
Ya
ha demostrado que lo suyo es el videoclip, pero en la historia de
Gatsby no encaja esa banda sonora desubicada. En ese primer tramo,
parece que se vayan a poner a cantar en cualquier momento -quizás
eso le hubiera dado otro aire al film...o no-. El caso es que el
autor anda demasiado preocupado en calzar sus moderneces, como para
ocuparse de la historia que tiene entre manos.
Ni
siquiera los intérpretes son capaces de salvar el desastre. A pesar
de los esfuerzos -y algunos buenos momentos- su talento se ve
aplastado por esa máquina apisonadora que es Luhrmann. Al final, El
gran Gatsby es un aparatoso y vacío juguete millonario en
manos de un individuo caprichoso que solo piensa en su lucimiento. Es
decir, una versión que encarna todo lo que la obra de Fitzgerald
criticaba.
Manuel
Barrero Iglesias
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