Chaika
(España-Rusia-Georgia, 2012).
Dirección:
Miguel Ángel Jiménez.
Intérpretes:
Salome Demuria, Giorgi Gabunia, Aytuar Issayev, Bachi
Lezhava, Ciala Gurgenidze.
Guión:
Luis Moya, Miguel Ángel Jiménez.
Música
original: Pascal Gaigne.
Fotografía:
Gorka Gómez Andreu.
Montaje:
Imanol Gómez de Segura.
Idioma:
Ruso.
Duración:
100 minutos.
La aridez como forma de vida
La
estepa rusa ha sido protagonista inevitable de una buena cantidad de
filmes, en los que se retrata una forma de de vida marcada
definitivamente por el paisaje. Euphoria (Ivan Vyrypayev,
2006) ya se fijaba en la asfixia de una mujer dentro de la aridez de
un paisaje desolador, en el que las relaciones sociales se limitan a
un núcleo familiar no siempre estimulante. Aquel trabajo se recreaba
en un paisaje que filmaba con grandilocuencia, resaltando lo
minúsculo de sus criaturas dentro de aquel paraje.
No
es el caso de esta curiosa coproducción entre España y algunas de
las repúblicas soviéticas. El minimalismo se apodera del
discurso de Miguel Ángel Jiménez, que casi siempre mira la
vastedad del territorio desde el interior de una casa en la que
conviven la desconfianza y el recelo. Una prostituta y un marinero
que escapan de sus vidas. Tras el nacimiento del hijo de ella, se
instalan en el hogar familiar de él. El film habla sobre el
machismo ancestral, ése que parece imposible de superar a pesar de
todo. Aunque la relación con la astronauta está cogida con
alfileres, al director le sirve
El
relato se articula a través de la búsqueda de aquel hijo, ya mayor,
que vuelve para investigar quién fue su madre. Un torpe viaje a
las raíces, donde parece que el director no sabe muy bien como
desarrollar unos personajes no siempre bien construidos. Como si
Jiménez también se viera superado por ese paisaje que lo invade
todo.
Como
ejemplo sirva esa obsesión por los planos de atardeceres, que
parecen responder a una opción estética gratuita más que a una
motivación narrativa relevante. En Chaika podemos encontrar
algunos momentos bellos, por supuesto. Como no haberlos con la
materia prima de la que se rodea el autor. Y también hay alguna
que otra buena intención en su discurso; intenciones que se esconden
en una, a veces, desesperante espesura narrativa.
Manuel
Barrero Iglesias
No hay comentarios:
Publicar un comentario