Su debut en el cine se produjo cuando contaba con 16 años. Fue en Te quiero para mí (1944), a las órdenes de Ladislao Vajda. Estuvo a las órdenes de Rafael Gil en su versión de Don Quijote de la Mancha (1947), de José Luis Sáenz de Heredia en La miel es mucha (1948) o de Juan de Orduña en Locura de amor (1948). Gracias a esta película, la industria mexicana se fijó en ella, convirtiéndose en estrella en el país americano: Cárcel de mujeres (1951), El enamorado (1952), Ella, Lucifer y yo (1953) o Se solicitan modelos (1954) fueron algunos de los títulos que rodó en esos años.
Tras aquello, Sara Montiel da el salto a Hollywood; donde es dirigida por gente como Robert Aldrich, Anthony Mann o Samuel Fuller. Veracruz (1954), Dos pasiones y un amor (1956) y Yuma (1957) componen su terceto de trabajos en Estados Unidos.
Entonces es cuando la actriz vuelve a España, donde alcanza el éxito gracias a sus filmes musicales. Todo comenzó con El último cuplé (1957), al que siguieron éxitos como La violetera (1958) o Carmen la de Ronda (1958). Durante los siguientes quince años, siguió actuando frecuentemente en producciones que seguían esa línea. Hasta que decidió retirarse a mediados de los años 70 con la llegada de la transición, y el destape en el cine español.
A partir de entonces, se centró en su faceta musical, participando en numerosos espectáculos teatrales y televisivos. Aunque muchos lo intentaron, Sara Montiel se mantuvo firme en su idea de no volver al cine, hasta que en 2011 se interpretó a sí misma en la película Abrázame, debut en el largometraje de Oscar parra de Carrizosa.
La manchega ha muerto en Madrid a los 85 años de edad.
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