Superclásico
(Dinamarca, 2011).
Dirección:
Ole Christian Madsen.
Intérpretes:
Anders W. Berthelsen, Paprika Steen, Jamie Morton, Sebastián
Estevanez, Adriana Mascialino, Dafne Schilling, Miguel Dedovich.
Guión:
Ole Christian Madsen, Anders Frithiof August.
Música
original:
Jonas Struck.
Fotografía:
Jørgen Johansson.
Edición:
Søren Ebbe.
Idiomas:
Danés, español, inglés.
Duración:
99 minutos.
Superclásico
Noche
de vino y copas
es, sin más miramientos, el superclásico que anuncia su título
original y que ya anticipa su tráiler: lo que ves es lo que hay. Un
relato sin complicaciones, a pesar de los ruidosos enredos que llenan
casi constantemente el cuadro, abarrotado de “pastillas de cliché”,
(parafraseando al propio protagonista) sobre
una cálida argentina latina para daneses racionales con ganas de
emociones.
Algo
en su presentación, visualmente atractiva, bien medida e
insinuantemente cómica hace vislumbrar un cierto olor de narración
personal,
a pesar de que ya se auto-etiquetaba con un tópico: “exótica”
(exóticamente estereotipada, añado). Pero toda esa sutileza
inteligente, apenas apreciable en ciertas fugas con nombre propio y,
por qué no, una relativa tendencia a relato-Amelie, se disipan en un
lío de tramas paradójicamente a medio camino entre lo ya de sobra
conocido y lo totalmente inverosímil, rozando a veces muy de cerca
lo grotesco incluso.
Tango,
sexo, fútbol, vino, amor y desamor se revuelven tan previsible como
poco acertadamente en esta coctelera argentino-danesa en la que un
marido abandonado y, al parecer, con poco interés (Anders W.
Berthelsen), se propone reconquistar a la mujer que le dejó 11 meses
atrás (Paprika Steen) solo con su hijo (Jamie Morton) y su vacío
existencial a cambio del éxito, el calor, la pasión y la atención
de la superestrella del fútbol argentino (Sebastián Estevanez). Una
criada con edad y aspecto claramente desfasados descoloca el guión
(y al espectador, todo sea dicho), junto con el resto de secundarios,
torpemente dispuestos a lo largo del relato como vehículos que
conducen al protagonista a sus propias reflexiones sobre la vida y
las relaciones, con conclusiones, al menos eso sí, mucho más
europeas y genuinas.
Esta
producción danesa intenta, aunque bastante en vano, abordar
satíricamente la superclásica fuga de la rutina del matrimonio
hacia emocionantes aventuras exóticas en un intento de enmascarar
con la juventud, el calor y el desenfreno ajenos la propia falta de
motivación.
Sin embargo la sátira cede ante la caricatura insulsa en una comedia
más que convencional para nuestro sentir latino.
Sara
Martínez Ruiz
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