Antes de comenzar su carrera como director, Jesús Franco ya había sido asistente de gente como Juan Antonio Bardem. Ya había escrito algún guión y compuesto alguna que otra banda sonora (estudió piano en el conservatorio). Facetas que nunca ha abandonado, y a la que ha ido añadiendo otras como las de actor, montador, productor o director de fotografía.
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| Foto: www.kane3.es |
Su primer largometraje lo dirigió en 1959. Tenemos 18 años inauguraba una de las trayectorias más prolíficas e influyentes del cine español. Su primer éxito fue Gritos en la noche (1962), con la que ya se empezaba a ganar el respeto de los aficionados al terror.
El recorrido de Franco ha pasado por varias etapas. En esos inicios consiguió cierto prestigio, llegando a ser ayudante de dirección de Orson Welles en Campanadas a medianoche (1965), o presentando en el mismísimo Festival de Berlín su película Necronomicón (1968). Para entonces ya había dirigido una quincena de las casi doscientas películas que acabó realizando. Muchas en el extranjero por problemas con el regimen español. La serie B fue el territorio que más transitó el director, capaz de hacer películas con un coste muy bajo. Incluso tuvo sus incursiones en la pornografía.
Representante máximo en nuestro país del cine underground, Franco encarna al cineasta que pone por delante la pasión antes que los medios. Alguien que amaba el cine, y vivía por y para él. Un auténtico kamikaze de los que no suelen abundar. Todo un mito para los aficionados a ese cine marginal.
Fu Manchú y el beso de la muerte (1969), Vampyros Lesbos (1971), Drácula contra Frankenstein (1972), Los ojos siniestros del Doctor Orloff (1973), Justine (1979), La tumba de los muertos vivientes (1982), El ojete de Lulú (1986), Killer Barbies (1996), La cripta de las mujeres malditas (2008) son algunos de los títulos de este autor que estrenó hace muy poco la que es su última película: Al Pereira vs. the Alligator Ladies (2012).
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