Jagten (Dinamarca, 2012).
Dirección: Thomas Vinterberg.
Intérpretes: Alicia Vikander, Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Annika Wedderkopp, Lasse Fogelstrøm, Susse Wold.
Guión: Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg.
Música original: Nikolaj Egelund.
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen.
Montaje: Janus Billeskov Jansen, Anne Østerud.
Idiomas: Danés, inglés, polaco.
Duración: 115 minutos.
La
caza del maestro
El
danés Thomas Vinterberg parecía condenado a ser uno de esos
directores a los que sólo se les recuerda por una película. Las
razones por las que esto puede ocurrir son muy variadas, pero en su
caso eran las peores. Vinterberg alcanzó la notoriedad antes de
cumplir la treintena de edad como impulsor del movimiento Dogma 95,
pero sobre todo, con el resultado de la primera película rodada bajo
las exigencias que imponía dicho movimiento. Celebración
(Festen) destacaba no sólo como experimento; sino que se
advertía tras ella un gran pulso y un hombre con aptitudes para
contar historias sórdidas y de gran dureza, sin perder de vista el
sarcasmo. Después del éxito, y alejado definitivamente del
dogma, Vinterberg fue incapaz de volver a levantar cabeza. Uno a
uno todos sus proyectos se iban dando de bruces con la crítica hasta
que, cuando ya parecía destinado a ser el eterno “director de
Festen”, coincidió con el guionista Tobias Lindholm.
Juntos escribieron Submarino y La caza,
películas que le han devuelto a un lugar destacado del circuito
europeo.
La
caza aporta un punto de vista pocas veces visto en el cine sobre el
peliagudo tema de los abusos a menores: el de las consecuencias de
una falsa acusación. Para tratar un tema tan delicado -que en
malas manos podría caer en la ridiculez, la demagogia o en un
telefilm de sobremesa-, es necesario poner especial cuidado en la
construcción de la trama, de los diálogos y de los personajes. Sus
autores han realizado un trabajo de precisión digno de alabanza,
pues el resultado es excelente.
Vinterberg
ambienta su historia en una pequeña comunidad danesa, un lugar
idílico donde reina la armonía y la amistad, donde es natural que
los niños vean a adultos desnudos tirarse al lago –lago que al
llegar el invierno se helará y que se convertirá, junto a la
escopeta de caza que se entrega a todo adolescente para darle la
bienvenida al mundo adulto, en una de las principales metáforas de
la película-. Los personajes, que aparecen y desaparecen cuando
deben, están casi todos excelentemente dibujados –no hay
malos, pues todos actúan como cualquiera en su situación lo haría
pensando que es lo correcto- e interpretados, destacando la
inmensa labor de Madds Mikkelsen, el actor de moda en su país.
Mikkelsen parece sufrir en sus propias carnes la humillación y la
injusticia a la que se ve sometido su personaje, evoluciona con él
en su particular via crucis, ofreciendo un trabajo de contención
lleno de matices. Además, conviene resaltar que escenas de gran
intensidad como la de la iglesia, habrían tenido un resultado
desastroso si el actor no hubiera realizado una actuación
excepcional.
La
película, siempre honesta, contiene una gran tensión y momentos de
verdadera incomodidad. Quizás algunas de las reacciones de
hostilidad hacia el protagonista puedan parecer exageradas, pero
nunca llega a perderse el tono. Vinterberg invita a la reflexión
sobre los peligros en una sociedad teóricamente moderna pero
hipócrita y ávida de castigar y eliminar todo aquello que
represente una amenaza, sobre todo si son los niños los que están
en peligro; y cómo éstos, al desconocer el alcance de sus acciones
y al ser vulnerables a la manipulación, pueden hacer saltar por los
aires la calma y la armonía de una comunidad en la que en realidad
sus miembros no se conoce ni entre ellos, ni a sus propios hijos ni a
sí mismos.
Probablemente
lo menos destacado de La caza lo encontremos en su final. La película
se cierra con un epílogo que, a pesar de estar muy bien rodado, no
sorprende por previsible (desde que conocemos el título del film
es fácil imaginar por dónde va a ir la metáfora de la caza) y
porque sólo tiene cabida en la más feliz de las resoluciones para
este conflicto, con el triunfo de la reconciliación y del perdón.
Vinterberg nos viene a decir que incluso en ese improbable supuesto
que plantea, las secuelas, especialmente para la mayor víctima de
todo lo acaecido, son devastadoras.
Jorge Marugán
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