L'exercice
de l'État (Francia-Bélgica,
2011).
Dirección
y guión:
Pierre Schoeller.
Intérpretes:
Olivier Gourmet, Michel Blanc, Zabou Breitman, Laurent Stocker,
Sylvain Deblé.
Música
original:
Philippe Schoeller.
Fotografía:
Julien Hirsch.
Montaje:
Laurence Briaud.
Idiomas:
Francés.
Duración:
115 minutos.
Esclavos del poder
En
Lincoln, Steven Spielberg tejió un minucioso relato sobre los
entresijos de la política. Los trapicheos subterráneos centran un
discurso que no ha perdido ni un ápice de actualidad. Hasta los
propósitos más elevados deben enfangarse en el lodo para llegar a
buen puerto. Se agradecen mucho este tipo de obras que desentrañan
con precisión la maraña gubernamental.
El
problema de muchos de estos biopics es el exceso de vida personal,
recurso muy socorrido ante la necesidad de humanizar a la figura
retratada. El ejercicio del poder sortea con habilidad el
tópico, quizás gracias a no basarse en un personaje real. Pierre
Schöeller construye su discurso con total libertad. Claro que
humaniza a su protagonista, pero siempre lo hace dentro de su
actividad profesional. Los pequeños momentos fuera de ese
entorno están tan bien dosificados que complementan el relato
perfectamente.
El
autor no cae en la trampa del insulto fácil al ministro. En estos
tiempos complicados existe la tendencia de equiparar la figura del
político con la del ladrón corrupto. Pero Bertrand encarna a aquel
que realmente quiere hacer las cosas bien, aunque se ve superado por
las circunstancias. El eterno problema de los dirigentes que son
fagocitados por un sistema monstruoso.
Un
personaje escrito con mucha lucidez, y que cobra una dimensión
enorme gracias al excepcional trabajo de Olivier Gourmet. El
actor sigue demostrando ser uno de los más asombrosos de la
actualidad, haciendo crecer a su Bertrand desde un trabajo lleno de
matices. Muy bien escoltado por unos secundarios excelentes, todo el
elenco nos atrapa para llevarnos a este fascinante mundo de las altas
esferas.
El
contrapunto de sencillez lo pone ese chófer con el que el ministro
establece algo parecido a una relación amistosa. Sin cargar las
tintas demasiado, Schöeller sigue potenciando la dimensión humana
de su obra. Y es que El ejercicio del poder es
un lúcido retrato de la vida política, aderezado con retratos
personales que huyen constantemente del cliché.
Manuel
Barrero Iglesias
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