Side
Effects (USA,
2013).
Dirección,
montaje y fotografía:
Steven Soderbergh.
Intérpretes:
Rooney Mara, Jude Law, Catherine Zeta-Jones, Channig Tatum, Vinessa Shaw.
Guión:
Scott Z. Burns.
Música
original:
Thomas Newman.
Idioma:
Inglés.
Duración:
106 minutos.
Droga
de la buena
Desde
que Steven Soderbergh anunció su retirada del mundo del cine ha ido
enlazando proyectos con una velocidad pasmosa, casi como si de
Takashi Miike se tratara. Esta productividad no ha supuesto un
descenso en la calidad de sus películas -Contagio, Indomable y Magic
Mike son cuanto menos interesantes-. No le sienta mal el estar tan
ajetreado, lo cual queda claro definitivamente -y a la espera de ver
su interesante tv movie para HBO- con Efectos secundarios.
Se
trata de un thriller de esos en los que nada es lo que parece, un
juego de espejos que manipula al espectador de manera inteligente,
sin llegar a convertirse nunca en una película excesivamente
tramposa. Una de esos filmes de los que es mejor no saber mucho
para que pueda ejercer su impacto en el espectador libre de
prejuicios e ideas preconcebidas.
El
excelente guión de Scott Z. Burns es llevado a la pantalla con
extrema eficacia por Soderbergh, quien siempre ha sido un
director tremendamente efectivo cuando el guión le ha acompañado.
La factura técnica de todas sus producciones es impecable y esta vez
no es menos, algo que en gran medida también es un logro del propio
Soderbergh, ya que vuelve a hacerse cargo de la fotografía.
Esta
historia de engaños e intrigas va envuelta en una interesante
crítica a las compañías farmacéuticas, y a como los psiquiatras
utilizan dichos medicamentos para noquear a sus pacientes; pero en el
fondo solo sirve de excusa para seguir jugando con el espectador.
El
reparto cumple a la perfección, destacando una Ronney Mara que
muestra una vez más esa magia especial que tiene, esa capacidad para
ser fría y distante, pero a la vez conseguir atrapar al espectador.
Una actriz que se ha hecho grande de golpe y porrazo gracias a su
genial interpretación en el remake americano de Millenium, y que
parece que se está tomando su carrera con calma, usando el sentido
común a la hora de embarcarse en nuevos proyectos y no tratando de
escalar peldaños dentro de la industria demasiado rápido. Vamos,
que se está labrando una carrera como dios manda.
Una
película que se encuentra en el límite que separa el cine de autor
del mainstream, un territorio al que es complicado llegar pero
que suele estar poblado de grandes películas. Soderbergh es un
maestro haciendo este tipo de películas -prácticamente toda su
filmografía está alojada en esa ciudad fronteriza-, tal vez no con
la misma genialidad con la que lo hacen otros como Michael Mann, pero
no deja de ser un placer ver película accesibles y disfrutables
como las que nos regala este hombre cada año.
Si
finalmente abandona sus labores como director posiblemente no le
echemos excesivamente de menos -no hay obras maestras en su
filmografía-, pero ciertamente nos perderemos muchas horas de
entretenimiento de calidad de las que son difíciles de encontrar en
otro lado.
David
Sancho
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