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martes, 23 de abril de 2013

Un été brûlant (Un verano ardiente)

5/10
Un été brûlant (Francia-Italia-Suiza, 2011).
Dirección: Philippe Garrel.
Intérpretes: Louis Garrel, Monica Bellucci, Jérôme Robart, Céline Sallette, Vladislav Galard.
Guión: Marc Cholodenko, Caroline Deruas-Garrel, Philippe Garrel.
Música original: John Cale.
Fotografía: Willy Kurant.
Montaje: Yann Dedet.
Idiomas: Francés, italiano.
Duración: 95 minutos.




El artista y la modelo


Vuelve Philippe Garrel al sufrimiento causado por el amor. En la recientemente estrenada en España Érase una vez en Anatolía (Nuri Bilge Ceylan, 2011) un personaje defendía que el suicidio casi siempre era una forma de castigar a otra persona. Añado: el egoísmo en su máxima expresión. Un été brûlant comienza con una secuencia en la que el protagonista estrella voluntariamente su coche contra un árbol.

Es el egoísmo el sentimiento alrededor del cual gira este film. Muy especialmente, el egoísmo masculino. Frédéric (personaje a medida para Louis Garrel) lo lleva hasta el extremo, pero tampoco se queda atrás Paul. Ambos construyen esa típica relación de camaradería masculina que excluye al elemento femenino.
El director se sigue moviendo en la larga estela que deja la Nouvelle Vague, pero sin la inspiración pretérita. Al film le cuesta salir de esa constante sensación de déjà vu, en la que todo nos suena conocido. Ya lo hemos visto antes, y mucho mejor contado. Eso sí, en la relación entre Frédéric y Angèle el autor consigue encontrar el tono perfecto. El personaje encarnado por Bellucci hace resplandecer la película. Una actriz ya madura, de impresionante belleza, pero también repleta de inseguridad. Nadie mejor que la italiana para dar el esplendor y la vulnerabilidad que su rol necesitaba.

Los miedos de las mujeres espectaculares, siempre tan complejos. Quizás por ello la necesidad de sentirse amada por una mente brillante. Aunque también está la búsqueda de amor ante la falta de atención. Bueno, eso nos pasa a todos. Del otro lado, el artista emocionalmente inmaduro que necesita cerca la belleza femenina. Gran construcción también por parte de Louis Garrel de un personaje egoísta y despreciable, pero que también nos muestra su lado más vulnerable.
Entre ellos dos consiguen dar algo de brillo a un conjunto descafeinado, en el que las cartas están demasiado marcadas. Y es que el cine de autor también peca en demasiadas ocasiones de previsible.

Manuel Barrero Iglesias




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