Cloud
Atlas (Alemania-Estados Unidos-Hong Kong-Singapur, 2012).
Dirección:
Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski.
Intérpretes:
Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgess.
Guión:
Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski; basado en la novela de
David Mitchell.
Música
original: Reinhold Heil, Johnny Klimek, Tom Tykwer.
Fotografía:
Frank Griebe, John Toll.
Montaje:
Alexander Berner.
Idioma:
Inglés.
Duración:
172 minutos.
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El
mayor encanto de la novela de David Mitchell se basa en su estructura
de historias sucesivas (cada una en un estilo narrativo muy diverso)
interrumpidas a mitad, y completadas de manera cronológicamente
inversa a modo de espejo. Esta peculiaridad hacía la novela
prácticamente inadaptable para el cine, al menos en su forma
original. Pero tal era la fascinación de Lana y Andy Wachowski por
este libro que, junto a Tom Tykwer, decidieron intentar lo imposible.
El resultado es un mosaico que salta de unas historias a otras a
través de las asociaciones que encontraron entre ellas, para contar
una única historia común a través del tiempo y sus personajes.
Mientras
que en la novela el nexo de unión entre las historias era un único
personaje -marcado por una peculiar marca de nacimiento- que se
reencarnaba a través del tiempo; para dar más fuerza a la idea
fundamental que se quería transmitir, en la película prácticamente
todo el casting principal se repite en cada una de las historias.
La
parte buena de esto es que efectivamente refuerza la historia; pero a
la vez, esa casi obsesión por que prácticamente todos los
actores repitan -aun con pequeños papeles- distrae más que aporta,
dejándolo en un recuerdo anecdótico y no del todo grato. Hace
pensar si no habría sido mejor minimizar este recurso, sobre todo
cuando te encuentras cara a cara con caracterizaciones que son tan
ridículas como innecesarias.
A
pesar de todo, y de que el inicio se hace un tanto cuesta arriba,
poco a poco va cogiendo ritmo y te hace disfrutar llevándote de
manera fluida de una historia a otra, de un género a otro; para
mostrar que las consecuencias de las acciones y decisiones en el
pasado influyen en el presente y en el futuro. Cómo pequeñas
acciones pueden iniciar grandes revoluciones. Que hay almas
destinadas a ser corruptas para siempre pero otras pueden evolucionar
de seres miserables a personas de bien gracias al amor, un amor que
es inmortal.
Y
aquí es cuando nos encontramos con el problema, un final donde
nos dan esta conclusión de una manera tan ñoña y convencional que
tornan al conjunto en un producto interesante y entretenido, pero
para nada memorable.
M.
Lofish
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