Les
sauveurs du Palais (Francia,
2012).
Dirección:
Christian Vincent.
Intérpretes:
Catherine Frot, Arthur Dupont, Jean d'Ormesson, Hippolyte Girardot,
Jean-Marc Roulot.
Guión:
Etienne Comar, Christian Vincent, inspirado libremente en la vida de
Danièle Mazet-Delpeuch.
Música
original:
Gabriel Yared.
Fotografía:
Laurent Dailland.
Montaje:
Monica Coleman.
Idioma:
Francés.
Duración:
95 minutos.
Receta tradicional
Si
esta película es considerada una comedia no es, precisamente, porque
haga reír al público. No recuerdo ni un chiste (si es que lo hay)
en todo el film. Es su tono ligero lo que la encasilla dentro de ese
género. Y es que estamos ante un ejemplo paradigmático de eso
que llamamos “cine amable”. Una historia reconfortante que,
además, cuenta con el atractivo de estar inspirada en hechos reales.
La
cocinera del presidente recurre a ese subgénero que nos narra la
amistad creada entre alguien que está en el poder y algún miembro
del populacho (lo normal es que trabaje para aquél). Un claro
ejemplo reciente es El discurso del rey (Tom Hooper, 2010),
ganadora del Oscar que se apoya en la relación del rey Jorge VI con
su logopeda. Para este tipo de cine es imprescindible ese tono
liviano y complaciente. Se trata de conectar con el público, al
que le reconforta ver cómo cualquier común de los mortales puede
estrechar vínculos con un rey, o un presidente del gobierno (a
los cuales siempre se presenta en su faceta más humana).
Christian
Vincent construye su film a partir de los lazos establecidos entre un
ya mayor presidente Miterrand y su cocinera. Ahí tenemos el segundo
elemento que predispone al público a salir con una sensación
agradable: la cocina. Un recurso explotado con asiduidad en los
últimos años, y que ha dado desiguales obras, intrascendentes la
mayoría de ellas. Siempre será complicado a aquella celebración
del buen comer que es El festín de Babette (Gabriel
Axel, 1987).
Así
que entre platos exquisitos, el gusto por la cocina tradicional, la
defensa de lo natural, la crítica al machismo y las entrañables
conversaciones entre cocinera y presidente; vamos pasando un rato
agradable. Hay poca ambición, así que poco más podemos destacar
de un film que se autolimita a sí mismo. La ligereza es su mejor
arma, pero también su peor rémora.
Manuel
Barrero Iglesias
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