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martes, 19 de marzo de 2013

Entrevista: Antonio Dechent


"No miro la magnitud del personaje, sino su interés"


A Antonio Dechent lo vemos todos los años en varias películas. Desde que debutó en 1987 no ha dejado de trabajar en el cine, aunque en este 2013 no tiene pendiente ningún estreno. Cosas de la crisis. La presencia de este actor sevillano ha sido habitual en el reciente cine español. Especialmente memorable fue su participación en Smoking Room (2002). Ahora se estrena A puerta fría, película que también habla de la sociedad actual a través del entorno laboral. En ella, el actor sevillano tiene el papel con más protagonismo de su carrera. Un trabajo excepcional insuficientemente valorado, por culpa de la escasa visibilidad de una buena película.



Por Manuel Barrero Iglesias

Fotografías: Jesús Perujo


-Usted es ya un rostro habitual dentro del cine español. Lo que no es tan frecuente es que sea el protagonista de una película. ¿Se nota la mayor responsabilidad?
Por supuesto. Se siente muchísima responsabilidad. Y por otro lado, demasiado trabajo. A mí me gusta llegar a la película, insultar al protagonista, e irme...
Bueno, qué quieres que te diga. Un orgullo que hayan pensando en mí, además en un personaje como éste. Porque hay protagonistas y protagonistas. En este caso, la cámara me captura al principio, y no me suelta hasta el final. Por un lado, ha sido muy duro y agotador. Y por otro lado, una responsabilidad absoluta y total. Además es una película claustrofóbica, se rodó entera en un hotel de Sevilla. Yo vivo allí, pero me fui de mi casa a vivir al hotel, para ir cayendo en los infiernos como este hombre. No podía permitirme el lujo de salir de la burbuja de la película.

-En este film hace un gran trabajo, muy comedido. ¿Cómo se controla el torrente que a veces es Antonio Dechent?
Pues con muchos latigazos por parte del director. Como la doma de caballos, si mueves la pata, te dan con la vara. También me impliqué desde el comienzo en el proyecto y hablaba con el director desde tiempo antes. Luego, estuvimos dos semanas de ensayo, donde más o menos vimos las pautas del personaje. Yo sabía que al principio podía llegar a ser seductor y simpático, pero tenía que terminar totalmente acabado. Eso es lo que se fue trabajando. Y si estás acabado, no valen las muecas, ni los aspavientos, ni valen los fuegos artificiales. Tienes que contarlo desde la mirada y la verdad.

-No sé cómo de difícil ha sido interpretar a un vendedor. Espero que no tanto como la profesión en sí, que me parece de las más duras que hay.
Pues la única secuencia que hay improvisada en la película es cuando le vendo una cámara al personaje de Fran Torres. Le cuento que mi mujer la quería, mi hijo también... todo eso está improvisado. Ahí sí hice una venta propia, y es cuando el personaje está suelto. O sea, que no me pareció difícil. Se parece mucho a venderte como actor.

-Una curiosidad sobre su personaje, ¿por qué lleva bigote?
Durante la época en la que se preparó la película, yo estaba haciendo de Queipo de Llano en teatro. Entonces tenía un bigotito fascista. Al director le gustó, incluso me lo puso más poblado. Yo nunca he sido guapo. Es decir, guapo para los demás. Para mi madre y mi mujer siempre he sido guapísimo. Y para mí mismo. En cambio, a la vejez me han ofrecido hacer de galán maduro en alguna película. Y ésta era una buena oportunidad para hacerlo otra vez. Pero no hubo manera.
Y ya hablando en serio, era la única manera de diferenciarlo de los demás. Igual que todos llevan trajes oscuros, este hombre va con traje marrón, una corbata roja que no se abrocha hasta arriba y con bigote. Realmente es de otro tiempo. Ya nadie en las ventas lleva bigote, pero él lo sigue llevando.

-Me gusta mucho el momento final. Me parece una gran decisión de guión la elección que toma el personaje de María Valverde, y la reacción de Salvador.
A mí lo que más acertado me parece es que acabe ahí la película y que no haya una salvación del personaje. Que no haya una solución a gusto del espectador. La ventana que se ha abierto al principio de la película, y que nos muestra dos días de la vida de una persona, simplemente se cierra. No ha habido una solución final, y este hombre sigue a lo suyo. Le ha salido la venta, y ha tenido que dejar muchas cosas en el camino. Pero ha aprendido otras.

-Esta película tiene la crisis de fondo, y es casi obligado preguntar cómo está afectando la crisis al mundo del cine.
No soy quien para hablar del mundo del cine, para eso están productores, distribuidores y exhibidores. Pero sólo hay que ver las cifras. Si hace dos años se hicieron 180 películas, el año pasado 60, y este año se van a hacer 30. Eso ya lo demuestra todo. No hay trabajo, y no lo hay. Y, desde luego, flaco favor hacen diciendo que el cine no es cultura sino entretenimiento, o subiendo el IVA. Si voy a una librería, siempre encontraré los best-seller en el escaparate, pero si me voy al sótano puedo encontrar los Diálogos de Platón. Lo malo es que no haya salas donde se pueda ver otra clase de cine.

-A pesar de todo, no ha dejado de trabajar ningún año desde que debutó en el cine en 1987, ¿cómo se consigue eso?
Menos el año pasado. Si yo no rodé ninguna película el año pasado, eso demuestra que hay crisis en el cine español. ¿Cómo se consigue? Pues haciendo toda clase de trabajos. Es decir, yo no miro la magnitud del personaje, sino su interés. Tengo la suerte de que cuentan conmigo para personajes episódicos o de reparto, pero que son complicados. Así es fácil hacer cinco o seis películas al año.

-¿Y cómo ha vivido la evolución del cine hecho en Andalucía, que ha tenido un gran crecimiento, en los últimos años?
Sí, pero creo que eso se acabó. Ha crecido en la peor época. En Andalucía hay mucho talento. Yo soy un poco bisagra entre la generación antigua y las nuevas. He vivido desde el desprecio más absoluto al actor andaluz, hasta esa eclosión que hay ahora, en la que cualquier serie que se precie el protagonista es andaluz/a. Lo que más me me ha gustado son las diferentes miradas que hay. Este año puedes ver A puerta fría, que es un tipo de cine. Pero es que luego tienes Carmina o revienta, tienes El mundo es nuestro, tienes Grupo 7. Hay mucho talento. Sigue faltando industria, como siempre. Está muy centralizada, y no parece que sea la mejor época para que se asiente ahora mismo la industria allí, y podamos seguir desarrollando ese talento.

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