Searching
for Sugar Man (Suecia-Reino Unido, 2012).
Dirección
y montaje: Malik
Bendjelloul.
Documental
Guión:
Malik
Bendjelloul, basado en los artículo de Craig Bartholomew Strydom y
Stephen 'Sugar' Segerman.
Fotografía:
Camilla Skagerström.
Idioma:
Inglés.
Duración:
86 minutos.
Street
Boy
Por Manuel Barrero Iglesias
Si no conocen nada acerca de Sixto Rodriguez, les recomiendo que dejen de leer inmediatamente esta crítica. También que corran a ver esta película. Y es que lo primero que debemos hacer es reconocerle a Malik Bendjelloul la habilidad para construir este documental con códigos que lo acercan al thriller. El director toma la perspectiva de dos sudafricanos que hace años comenzaron a buscar la pista de un artista imprescindible para ellos, pero del que el resto del mundo no parecía saber nada.
A
mitad de los 90 emprenden la búsqueda del espectro, al que daban por
muerto. De hecho, el film comienza con uno de estos sudafricanos
contando una leyenda que habla sobre cómo Rodriguez se suicidó en
medio del escenario, prendiéndose fuego durante una actuación.
Bendjelloul capta rápidamente nuestra atención con este detalle, a
partir del cual va engordando el misterio en torno a su figura. Para
ello, cuenta tanto con la pasión de los descubridores que trataron
de convertirlo (infructuosamente) en estrella; como con el recuerdo
de los que en el otra parte del mundo lo tenían en un pedestal sin
que él lo supiera.
Eran
los años 70, y los activistas contra el apartheid tomaron las
canciones de Rodriguez como himno. Muchos hablan incluso de que
su música sirvió como inspiración para toda una generación,
aglutinando a los jóvenes críticos en contra del régimen injusto.
En la actualidad, resulta inconcebible que alguien triunfe en
cualquier rincón remoto del mundo sin enterarse de ello. Hace
cuarenta años (no tanto tiempo) era algo que podía ocurrir.
Sucedió
que Rodriguez se comunicó con los sudafricanos a través de sus
discos. La magia de la música conectó a un estadounidense de
origen hispano con los sudafricanos blancos que estaban en contra de
la opresión racial en su país. Sin saberlo, y sin escribir
sobre ello, Rodriguez puso su grano de arena en una lucha con la que
seguro estaba de acuerdo. Hecho del que no dudamos se sentirá
orgulloso; porque no, no estaba muerto. La búsqueda de sus dos
admiradores se encuentra con la sorpresa de que el cantante abandonó
la música y seguía con su vida, en su trabajo de siempre.
Y
cuando acaba el thriller, empieza la historia humana. Detrás del
misterio, de ese mito lleno de leyendas, se esconde una persona de
una sencillez sincera y pura. No existe nada de pose en
Rodriguez; solo alguien que ama la música, que disfruta de ella.
Pero que no presta la más mínima atención a lo que ocurre
alrededor. Como pequeños ejemplos demostrativos, podemos decir
que la mayoría de dinero recaudado en los conciertos dados en su
“segunda oportunidad” lo ha donado. O que declinó asistir a la
reciente Ceremonia de los Oscar en la que este film acabó ganando
como mejor documental.
Un
artista que reivindica la pureza de la música, despreciando toda la
parafernalia que rodea este mundo. Pero que lo hace no con palabras,
sino con su actitud. Toda una lección de alguien que solo grabó dos
discos, cuyo estilo es directo y sencillo. Un verdadero poeta urbano
cuyas letras están extraídas directamente de la realidad, de la
misma calle. Las intervenciones de Rodriguez en este documental
son escasas. No hace falta más. Lo único que uno puede hacer al ver
esta película es ponerse en pie y aplaudir a alguien tan auténtico.
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