Dirección:
Pablo Larraín.
Intérpretes:
Gael García Bernal, Alfredo castro, Luis Gnecco, Antonia Zegers,
Néstor Cantillana.
Guión:
Pedro Peirano, basado en la obra de Antonio Skármeta.
Fotografía:
Sergio Armstrong.
Montaje:
Andrea Chignoli.
Idioma:
Español.
Duración:
118 minutos.
6/10
La
importancia del audiovisual
Estamos
ante una película con habilidades (y deficiencias) muy parecidas a
cierto cine político hecho en Estados Unidos. Se toma un
elemento adyacente, lo suficientemente atractivo, que sirva como
vehículo para retratar la realidad social del momento en cuestión.
A veces este tipo de filmes tienen el inconveniente de que pueden
quedarse algo cortos en su disección, pero siempre que se haga bien,
hay muchas capas en las que poder hablar sobre la situación.
Anda
No cercana a Argo, película que habla del mismo cine
como improvisada arma política para solventar una situación
complicada. En el caso del film chileno, es la publicidad la que
decide los designios de un país inmerso en una dictadura. Larraín
nos cuenta cómo fue la decisiva campaña electoral que permitió
derrocar a Pinochet, sirviendo como canalizadora de las energías de
gran parte de un país cansado ya del totalitarismo.
Un
trabajo que no oculta su carácter optimista y que puede servir como
argumento para aquellos que piensan que las acciones particulares no
pueden cambiar el mundo. Cierto es que la ficcionalización de lo
contado hace que todo recaiga en solo héroe (la campaña real fue
obra de varios ideólogos), pero eso no resta fuerza a un mensaje que
aboga por la acción como posibilidad más que factible para el
cambio. El film siempre trata de dar su lugar a aquellos que lucharon
durante tantos años, si bien lo hace más bien a la ligera.
Como
decimos, el estilo Hollywood obliga, y hace que No
haga varias concesiones a los trucos mainstream para que el público
se identifique aún más con su héroe. Desde mostrar las
relaciones complicadas del núcleo familiar (menos mal que Bigelow
en La noche más oscura nos ahorra el martirio); hasta las socorridas
amenazas, elemento siempre tan efectivo para que el público empatice
aún más con el protagonista.
Todo
muy bien calculado para no aburrir, y con las justas dosis de humor
para hacer de este trabajo algo muy digerible. No podemos negar lo
bien contado que está, y que un poco por debajo de la superficie hay
algunas lecturas interesantes sobre la condición humana, tanto
individual como colectiva. Quizás se quede a mitad de camino, pero
algo es algo.
Manuel
Barrero Iglesias
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