Dirección
y música original:
Julie Delpy.
Intérpretes:
Julie Delpy, Chris Rock, Albert Delpy, Alexia Landeau, Alexandre
Nahon.
Guión:
Julie Delpy, Alexia Landeau, Alexandre Nahon.
Fotografía:
Lubomir Bakchev.
Montaje:
Julie Brenta, Isabelle Devinck.
Idioma:
Inglés, francés, italiano.
Duración:
96 minutos.
5/10
Dos
días con la familia
Dos
días en París ya presentaba maneras allenianas en su discurso,
así que nada mejor que irse a rodar a Nueva York esta secuela que
sigue la misma línea de aquella. También hay un cambio en el
protagonista masculino, sustituyendo al judío que encarnaba Adam
Goldberg por el negro de un muy (por fortuna) comedido Chris Rock. La
relación de pareja vuelve a ser el eje sobre el que gira el film,
pero en esta ocasión crece la importancia de otros temas, como la
familia o el choque cultural.
Ahí
es donde Delpy se desmarca de sus referentes, en el peso que va
tomando en su cine el tema familiar. Dos días en Nueva York
se convierte en una mezcla de los elementos familiares
(desarrollados de forma tan elocuente) presentes en El
Skylab y de los amorosos que copaban gran parte de Dos
días en París (en la que ya había un esbozo sobre
el choque cultural/familiar). Tanto unos como otros están tratados con más profundidad en estos filmes anteriores, lo que deja a esta
película en un peligroso terreno de nadie.
Pero
hay que reconocerle a Delpy varias virtudes, que ya se están
convirtiendo en una constante en su cine. Como esa habilidad
para dirigir escenas grupales en las que reina el caos. O esa mezcla
encantadora entre sofisticación y grosería que encarna su
personaje. Una artista culta que no puede evitar sacar su lado
más asilvestrado cuando está con la familia (antológicas esas
peleas con su hermana). A ella le gusta mostrar su lado soez dentro
de su apariencia frágil, y bien que lo disfruta quien esto escribe.
Dos
días en Nueva York es algo menos inspirada que las anteriores
obras de su autora, quien sigue en esa búsqueda de un estilo propio
que la termine de diferenciar de sus modelos. En este caso, la
combinación queda simpática, pero está lejos de ser un algo que
marque la diferencia. Estamos ante un trabajo menor, demasiado
influido por los precedentes (ajenos y propios), y que parece más un
paso de transición hacia los nuevos caminos que pueda emprender
la polifacética artista.
Manuel
Barrero Iglesias
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