Dirección
y guión: James Marsh.
Documental
con Stephanie LaFarge, Herbert Terrace, Jenny Lee, Laura-Ann Petitto,
Bill Tynan.
Música
original: Dickon Hinchliffe.
Fotografía:
Michael Simmonds.
Montaje:
Jinx Godfrey.
Idioma:
Inglés.
Duración:
93 minutos.
7/10
Jugando
a ser Dios
La
utilización de animales en investigaciones científicas es un tema
que genera mucha controversia, especialmente en torno al trato
que estos reciben; e incluso acerca de si los seres humanos tenemos
derecho a utilizar/torturar a otras especies en nombre de un bien
mayor.
En
este documental de James Marsh se tratan estos temas, y algunos más,
mientras se nos cuenta la historia de un chimpancé que fue
utilizado para investigar su capacidad para aprender lengua de
signos, y por lo tanto comunicarse de una manera parecida a la de los
humanos.
Para
ello el chimpancé, llamado Nim, es introducido en una familia humana
cuando es un recién nacido. Es tratado prácticamente como un
miembro más de la familia, intentando reproducir el proceso por el
que pasa un bebé humano cuando aprende a hacer uso del lenguaje.
Al
principio parece una gran idea y al pobre animal se le ve muy feliz
con su nueva familia, pero como todo experimento, está sujeto a
resultados. Y parece ser que no era el mejor contexto para llevar un
registro exhaustivo de los progresos del animal, o para que se
siguiera una estricta disciplina en cuanto a los métodos de
enseñanza; por lo que los responsables de la investigación deciden
separarlo de la familia y llevarlo a otro lugar donde los progresos
de Nim puedan ser controlados adecuadamente.
En
el documental se nos muestran las decisiones que se toman en relación
a la vida del animal, sin pensar en ningún momento qué es lo mejor
para él, como si de un objeto se tratase. Planteando preguntas
incómodas, como qué pasa con este tipo de animales cuando dejan de
ser útiles para la investigación.
Se
trata de una de esas historias que hacen que uno le coja manía a la
raza humana, un documental apasionante que genera muchas preguntas y
no demasiadas respuestas, especialmente porque las preguntas se
responden casi por si mismas. El ansia del hombre por controlar todo
lo que le rodea llega hasta el extremo de querer controlar la
naturaleza y al resto de especies, jugando a ser Dios. Ese podría
ser un resumen de la película.
Un
documental necesario acerca de un tema tal vez ya demasiado visto,
pero abordado de una manera muy cercana (tierna y cruel a partes
iguales); con una capacidad pasmosa para hacer que el espectador se
indigne con facilidad. Projecto Nim es un alegato en
contra del maltrato animal que cumple su objetivo con creces.
David
Sancho
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