"Me gusta utilizar los arquetipos, pero no que me acaben limitando"
El
francés Pascal Laugier impactó al mundo con Martyrs, película de
explicitud sangrienta que consiguió aquello tan estimulante de tener
reacciones encontradas. Antes, ya había debutado con El internado,
un film que tuvo una acogida bastante mala. Asentado ya en el cine de
género, el director estrena ahora en España El hombre la sombras.
Rodada en Estados Unidos, deja de un lado la crudeza de su anterior
trabajo, para inclinarse por el terror psicológico con mensaje. Con
motivo de la presentación en Sitges de este trabajo, pudimos charlar
sobre pasado, presente y futuro con el director.
Por Manuel Barrero Iglesias
Es consciente de que muy posiblemente haya defraudado a los fans que
surgieron tras Martyrs: “Tenía muy claro que iba a tener al
público dividido, que una parte me iba a odiar por haberme alejado
tanto de Martyrs. Pero es la decisión que tomé desde el principio, dejar de lado el gore y la
violencia radical. No quería que se me encasillara en este tipo de
cine. El que me habló de que esto podía ocurrir fue Ruggero
Deodato. Me dijo me iba a perseguir el mismo problema que le había
perseguido a él durante veinte años. Había rodado quince películas
después de Holocausto caníbal, pero le siguen identificando con el
gore”.
Lo
que parece claro es que a Laugier le gusta transmitir sus inquietudes
a través del cine de género: “Hago las películas que quiero
hacer, y el próximo proyecto irá todavía más lejos de lo que ido
con el argumento de El hombre de las sombras. Va a ser una historia
más compleja, cuyo punto de partida es el amor. Me gusta describirla
como un thriller romántico. Va a ser una película inquietante, que
se irá haciendo cada vez más negra, y al mismo tiempo irá
analizando las relaciones entre hombre y mujer. Llegaremos a analizar
esa inquietud metafísica que se produce cuando un hombre se enamora
de una mujer que considera demasiado perfecta para él. Pero va a
seguir siendo una película de género, en la que veremos mucho
suspense”.
Al
director le gusta jugar con el género, y en su última película
podemos encontrar alguna subversión de las reglas: “Como
director me gusta utilizar los arquetipos, pero no me gustan que me
acaben limitando. Más bien, los tomo como punto de partida para una
originalidad, y darles una forma nueva. Eso es lo que me parece
realmente emocionante a la hora de hacer cine. Lo que ocurre es que
esto lleva al pez que se muerde la cola. Partiendo de las misma
ideas, acabas haciendo cine posmoderno. Nos encontramos con películas
muy estériles y banales. Yo, con toda la modestia del mundo, intento
salir de todo esto”.
Hay
varios motivos que llevaron al autor a situar la película en una
localidad de la América profunda. Por un lado: “Es verdad que,
a raíz de la crisis, podemos encontrar miseria en todas partes; pero
en Estados Unidos es mucho más patente. En Francia creo que todavía
no la encontramos de forma tan espectacular”.
Pero
hay razones ideológicas también detrás de esa decisión: “Es
una historia que podría haber pasado en cualquier parte del mundo,
pero tenía muy claro que quería situarla en Estados Unidos. Quería
hacer una crítica, una respuesta a la dominación política y
militar a la que está sometido prácticamente todo el mundo. Es una
idea que detesto, y a la que no me puedo acostumbrar. De alguna
manera, yo quería lanzar una provocación, decirle a Estados Unidos
que en vez de intentar ocupar el resto del mundo, porque no se ocupan
de su propio territorio”.
Entonces,
¿es Laugier un provocador?: “Hablo de provocación, pero no es
exactamente eso. Es algo que me viene dado por el hecho de ser
francés. He crecido un una cultura de la duda, donde cuestionamos
las cosas, donde siempre se nos ha dicho que es difícil discernir
entre lo bueno y lo malo. En estados Unidos es totalmente diferente.
Necesitan tener siempre la diferencia entre lo bueno y lo malo muy
clara. De todas maneras, tomé los arquetipos que nos da el cine
estadounidense para crear esa ambigüedad”.
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