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viernes, 25 de enero de 2013

El lado bueno de las cosas


Silver Lining Playbook (USA, 2012).
Dirección y guión: David O. Russell.
Intérpretes: Bradley Copper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Julia Stiles.
GuiónDavid O. Russell, basado en la novela de Matthew Quick.
Música original: Danny Elfman.
Fotografía: Masanobu Takayanagi.
Montaje: Jay Cassidy, Mary Vernieu.
Idioma: Inglés.
Duración: 122 minutos.



6/10

No es oro todo lo que reluce


David O. Russell es un director con mucha mejor publicidad que currículum. Unas cuantas películas resultonas como Tres reyes, The Fighter y Extrañas coincidencias, y poquito más. Ahora presenta una de las grandes sorpresas de la temporada; una película que viene precedida de buenas críticas en Estados Unidos y un buen puñado de nominaciones, tanto a los Globos de Oro, como a los Oscar.

La película básicamente trata de dos individuos con graves problemas -mentales en uno, y emocionales de profundo calado en la otra- que se encuentran cuando están en proceso de recuperación. La relación de amistad que en un primer momento se da entre ellos sirve de acicate para que encaucen sus vidas.

Lo cierto es que sigo creyendo que Russell está muy sobrevalorado, y que tras la apariencia de comedia dramática profunda y perturbada no deja de haber una película romántica más que se avergüenza de serlo; o tal vez una muy buena película que tiene miedo de no gustar al público y que se acaba vendiendo.

Porque la cosa empieza muy bien, la historia fluye gracias a buenos diálogos y unas interpretaciones excelentes. Ha habido grandísimas alabanzas a la interpretación de Jennifer Lawrence, llegando a ganar el Globo de Oro a la mejor actriz de comedia o musical -y lo cierto es que ella está muy bien-; pero realmente los dos actores que sobresalen por encima del resto son Robert De Niro y, sobre todo, Bradley Cooper.

De Niro destaca principalmente porque nos entrega su primera interpretación más que aceptable en quince años, y Bradley Cooper porque está excelente en su papel de tarado con problemas para controlar su ira. Las escenas padre/hijo entre estos dos actores, escoltados por la siempre genial Jacki Weaver, son aún más divertidas que las que se dan entre Lawrence y Cooper.

Lástima que la cosa vaya perdiendo fuelle a medida que se acerca el desenlace, cambiando ese tono absurdo y esquizofrénico para entregarnos un final al uso, sensiblero e innecesario; que posiblemente sea lo que hace que la película sea objeto de nominaciones, pero que la lastra y la vulgariza.

Un film que podía haber sido un “ocho” pero que se queda en un “seis” por falta de valentía, por no tener el arrojo de echar un órdago y mantenerse fuera de los cánones que exige Hollywood para triunfar.


David Sancho




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