Dirección y guión: Leslie Headland.
Intérpretes: Kirsten Dunst, Isla Fisher,
Lizzy Caplan, Rebel Wilson, Adam Scott, James Marsden, Andrew Rannells, Karl
Bornheimer.
Música original: Andrew
Feltenstein, John Nau.
Fotografía: Doug Emmett.
Montaje: Jeffrey Wolf.
Idioma: Inglés.
Duración: 87 minutos.
5/10
La copia de la copia de una copia
Es costumbre en Hollywood aprovechar
el éxito rotundo e inesperado de alguna película, pa estrenar poco después un
par de productos de características similares. Está muy claro que la única
razón de ser de una película como Despedida de soltera es el enorme éxito
cosechado por la excelente La boda de mi
mejor amiga, que a su vez es considerada por algunos una copia femenina
de Resacón en Las Vegas, aunque en esto ya no estoy tan de acuerdo.
La idea de partida es la
misma que la de las anteriormente citadas: una despedida de soltero que se va
de madre; pero lo que hace que esta película esté muy por debajo de ellas es
que ni tiene su capacidad de sorpresa,
ni el talento de sus creadores para hacerla disfrutable desde el primer minuto
hasta el último.
Algo
que hay que agradecerles a sus creadores, es que por lo menos se lo han tomado
en serio. Para la ocasión han contado con un reparto de lo más solvente con
una Kirsten Dunst a la cabeza que sorprende por su capacidad para ser divertida
y despreciable al mismo tiempo. A Kirsten la acompañan Lizzy Caplan -una actriz
a la que parece que nadie ha conseguido sacarle todavía todo su potencial-,
Rebel Wilson -actriz que está presente en todas las comedias femeninas de de
los últimos meses-, e Isla Fisher -cada vez más asentada en el mundo de la
comedia-. Entre los varones destacar a Adam Scott, actor del que siempre se
agradece su presencia, y James Marsden, al que no le tengo un especial aprecio,
pero que esta vez está bastante aceptable como ser despreciable y egocéntrico.
Otra
cosa que juega a favor de la película es su corta duración y el hecho de que el
ritmo no decaiga en ningún momento. En el otro lado de la balanza estaría el
hecho de que no haya ningún chiste especialmente bueno o una situación
realmente original o emocionante. No hay nada en la película
que haga que la quieras ver otra vez, pero a su vez uno no acaba agotado con su
visionado. Es el perfecto ejemplo de película de usar y tirar, una de esas
cintas que apetece ver una tarde de domingo tirado en el sofá, una de esas
tardes en las que uno no quiere pensar mucho y solo busca entretenimiento
facilón.
David Sancho
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