Beasts
of the Southern Wild (USA,
2012).
Dirección:
Benh Zeitlin.
Intérpretes:
Quvenzhané
Wallis,
Dwight Henry, Levy Easterly, Lowell Landes, Pamela Harper, Gina
Montana.
Guión:
Lucy
Alibar, Benh Zeitlin, basado en la obra de teatro de Lucy Alibar.
Música
original: Dan Romer, Benh Zeitlin
Fotografía:
Ben Richardson.
Montaje:
Crocett Doob, Affonso Gonçalves.
Idioma:
Inglés.
Duración:
93 minutos.
7/10
Paraíso
apocalíptico
Aquí
tenemos la película independiente de la temporada en Estados Unidos,
ópera prima de un joven director que acaba de superar la treintena.
La tremenda fuerza de Bestias del sur salvaje
no se puede explicar sin hablar del entorno en el que está rodada.
Una zona pantanosa formada por los meandros del Mississippi, y
separada del mundo por un dique. Un lugar destinado a desaparecer
bajo las aguas.
Un
sitio fascinante, una extraña belleza que surge de la combinación
entre naturaleza y los desperdicios del capitalismo. En esta fábula
con tintes apocalípticos, los habitantes de “La Bañera” viven
de forma salvaje, ignorando por completo los dictados del mundo que
les rodea. Una especie de oasis mugriento en el que unos pocos
valientes resisten, negándose a abandonar ese hábitat tan peculiar.
Una rebeldía que es muy visible en Wink, personaje que sigue a
rajatabla aquello de que es mejor morir de pie que vivir de rodillas.
Un
claro alegato anticapitalista rociado con un tono poético que
termina siendo algo cargante. Da la impresión de que Zeitlin no
confía del todo en la fuerza de la imagen, y acaba quemando el
recurso de la voz en off de la protagonista. Una poesía cursi que
contrarresta el tono salvaje, y no precisamente para bien.
Imágenes tan poderosas como las que podemos ver en la inundación
tras la tormenta no necesitaban de tanta retórica.
Mucho
más estimulante es el caos que reina en un film tan desordenado como
la vida de sus personajes, encarnados por actores no profesionales.
Resulta imposible no destacar a Quvenzhané Wallis, en una de
las interpretaciones infantiles más poderosas que uno recuerda. Una
niña de siete años que impone su presencia, y agiganta su figura en
la gran pantalla. Asombroso.
Zeitlin
apunta maneras. Su cine tiene fuerza, e intenta ser libre. No le
asusta que los personajes crezcan fuera de su control, aunque no
resulta nada fácil reinar dentro del caos. Talento hay. Defectos
también, pero tiene toda una carrera por delante para pulirlos. Por
el momento, le agradecemos que se
atreva con un primer trabajo que arriesga, y que no se conforma con
la modestia y el intimismo (que están muy bien, pero
que siempre es un terreno cómodo para el independiente
principiante). Zeitlin ha ido a por todas, un salto sin red que no
siempre sale bien, pero que consigue unos cuantos momentos
fascinantes.
Manuel
Barrero Iglesias
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