Dirección: Alex Kurtzman.
Intérpretes: Chris Pine, Elizabeth Banks,
Olivia Wilde, Michelle Pfeiffer, Jon Favreau, Mark Duplass, Phillip Baker Hall.
Guión: Alex Kurtman, Jody
Lambert, Roberto Orci.
Música original: A.R. Rahman.
Fotografía: Salvatore Totino.
Montaje: Robert Leighton.
Idioma: Inglés.
Duración: 114 minutos.
5/10
Anodino
retrato familiar
Personalmente
considero a Alex Kurtzman -junto a su socio Roberto Orc-, uno de los grandes
timos de los últimos años. Especialmente conocidos por ser responsables de
series como Alias, Perdidos o Fringe, y de guiones cinematográficos como
Transformers, Cowboys & Aliens y el reboot de Star Trek; solamente entregan
proyectos de interés cuando están acompañados de su otro socio, J.J. Abrams.
Cuando les toca trabajar por su cuenta lo cierto es que sus proyectos se
cuentan por bodrios.
La
carrera como guionista de Kurtzman se centra especialmente en el mundo de la
ciencia ficción, la acción y el cine de aventuras, por lo que resulta curioso
que para su debut en la dirección se decante por un sencillo drama. El guión lo
vuelve a escribir junto a Roberto Orci, y además les echa una mano el debutante
en la escritura Jody Lambert.
La
historia se centra en Sam (Chris Pine), un hombre que tiene que llevarle ciento
cincuenta mil dólares a una hermanastra (Elizabeth Banks), de la cual
desconocía su existencia, debido a que su padre recién fallecido así lo pedía
en su testamento.
Kurtzman
se rodea de un reparto repleto de caras conocidas, en su mayoría no grandísimos
actores, pero por lo menos gente solvente que aporta empaque al asunto. Empaque
necesario para hacer medianamente agradable el visionado de esta interesante
historia, a la que su director le da una estética y ritmo
de telefilm que no le hace ningún bien.
Realmente
no hay nada en la película que destaque ni positiva ni negativamente, se trata
de una de esas películas que no generan rechazo pero que a su vez están
incapacitadas para atraer al espectador. Los actores se esfuerzan, pero falta
peso dramático en ese guión descafeinado, y muchísimo oficio en esa dirección
mediocre que no hace más que poner la cámara delante de los actores mientras
estos recitan sus líneas.
Un
filme que podría haberse estrenado directamente en DVD sin que nadie la hubiese
echado de menos, pero que aun así no es una mala película, sino una cinta
mediocre que se olvida al instante.
David Sancho
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