Woody
Allen: A Documentary (USA, 2012).
Dirección y guión:
Robert B. Weide.
Documental con
Woody Allen, Letty Aronson, Marshall Brickman, Mariel Hemingway, Diane Keaton,
Jack Rollins, Eric Lax, Robert Greenhut, Martin Scorsese.
Fotografía:
Neve Cunningham, Anthony Savini, Nancy Schreiber, Bill Sheehy, Buddy Squires.
Montaje:
Karoliina Tuovinen, Robert B. Weide.
Duración:
113 minutos.
Idioma:
Inglés
6/10
Deconstructing Allen
La importancia de Woody
Allen como figura relevante de la cultura contemporánea es indiscutible. No
consigo recordar otro director de cine que haya sido objeto de estudio en dos
documentales estrenados en salas comerciales. A finales de los noventa Barbara Kopple
siguió al neoyorquino en una gira que hizo con su banda de jazz. Wild Man Blues tenía la habilidad de
mostrar algunos momentos íntimos (y entrañables) de alguien tan antisocial como
Allen. La intención de Kopple andaba muy lejos de querer ser un análisis sobre
el director, del que le interesaba captar su faceta más relajada y humana.
Todo
lo contrario ocurre con el trabajo de Robert B. Weide, que pretende abarcar en
menos de dos horas la extensa trayectoria profesional del director. Algo que
resulta misión imposible, claro está. Desde el cómico adolescente hasta Midnight in Paris, el documental repasa
su obra a través de varias perspectivas. Sobre todo, a través del propio Allen;
pero también de muchos de los que han trabajado con él a lo largo de estos
años. La complementariedad de las
declaraciones de los entrevistados –más los insertos de entrevistas pretéritas-
da un gran dinamismo a la película, especialmente cuando habla gente con
tanto que decir como Douglas McGrath, Gordon Willis, Letty Aronson o Jack
Rollins, entre muchos otros.
Resulta también enriquecedor
escuchar al mismo Allen hablar sobre su obra con la distancia de los años
transcurridos. Pero si tuviera que elegir mis entrevistadas favoritas en este
film serían las de dos musas: Mariel Hemingway y, muy especialmente, Diane Keaton. La primera encarnó a uno de los personajes más memorables
(que ya es decir) del director, quien la recuperó en un breve papel para Desmontando a Harry. Su poca presencia
pública hace que este reencuentro con ella sea para los admiradores de Manhattan una auténtica delicia. Sobre todo,
porque es casi tan dulce como aquella Tracy. En el caso de Keaton, no puede
ocultar su profunda admiración y el inmenso cariño que tiene por él. Resulta
enternecedor escuchar de su boca cómo intentaba hacer lo posible para que Woody
se enamorara de ella cuando se conocieron.
Pero quitando algunas de estas
pequeñas pinceladas, el film no cuenta nada que no conozcamos ya. En Woody Allen: el documental encontramos
todas las historias que conocíamos sobre el neoyorquino: el
odio a la escuela, el amor temprano por el cine, su decisión de no ceder el
control de sus guiones tras ver cómo destrozaban el de ¿Qué tal, pussycat?, su poco aprecio por Manhattan, el cariño que le tiene a Recuerdos, o esa libertad que los actores tienen cuando ruedan a
sus órdenes.
Algunos de los momentos más
emocionantes para el fan son las materializaciones en imágenes de las leyendas
que llevamos años escuchando. Ver el famoso cajón en el
que guarda sus ideas, apuntes desordenados en papeles de todo tipo. Conocer la
antiquísima máquina de escribir con la que aún sigue trabajando, o ver esas
fotos de rodaje en las que la cara de Allen refleja la desazón que produce el
hecho de que lo escrito y lo filmado poco se parezcan entre sí.
Pero el film investiga poco,
y no consigue adentrarse más allá de lo conocido en el universo alleniano. Quizás se haya perdido una
oportunidad para explorar territorios desconocidos,
para profundizar aquí o allá. Aunque tampoco es fácil hacerlo cuando hay tanto
que abarcar. Al parecer, existe una versión de tres horas que seguro será más
completa, aunque no sabemos si más profunda.
Como un primer acercamiento
a la vida y obra de Woody Allen, el documental funciona perfectamente. Si
es usted de los que disfrutan con sus trabajos pero nunca ha tenido la
oportunidad de acercarse más, aquí tienen su oportunidad. Para los ya son habituales, habrá alguna que otra satisfacción, aunque
también les va a saber a poco. Pero es posible que les emocione algún que
otro momento, aunque solo sea al volver a ver alguna de las muchas secuencias
míticas que tiene en su filmografía uno de los más importantes creadores del
siglo XX y parte del XXI.
Manuel Barrero Iglesias
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