Estamos
hablando de la más antigua de las grandes compañías de
Hollywood. Casi nada. El pionero en cuestión responde al nombre
de Carl Laemmle, alemán que emigró a Estados Unidos en 1884
(contaba con 17 años). Tras desempeñar varios oficios, acabó en el
negocio de la distribución cinematográfica. Su interés por el cine
le llevó a crear en 1909 la Yankee Film Company, con la cual produjo
sus primeras películas. Fue en 1912 cuando convenció a Abe y Julius
Stern para fundar Universal Film Manufacturing Company.
Laemle
también fue el primero en crear una ciudad-estudio en los
alrededores de Los Angeles -la Universal City-, siendo uno de
los arquitectos del futuro Hollywood. En poco tiempo se le
unirían otros que establecerían allí sus estudios. Las productoras
establecidas en Nueva York o Nueva Jersey huían de las tasas
abusivas de Edison y abrazaban las condiciones climáticas de la
costa Oeste. Laemmle permitía
a los agentes comprar a crédito. Además, instauró el modo de trabajar basado en lo que hoy conocemos como strar-system. Con estas dos armas consiguió enfrentarse con éxito a Edison en la lucha por la supremacía del mercado cinematográfico.
a los agentes comprar a crédito. Además, instauró el modo de trabajar basado en lo que hoy conocemos como strar-system. Con estas dos armas consiguió enfrentarse con éxito a Edison en la lucha por la supremacía del mercado cinematográfico.
Sin
embargo, el empresario también era conocido por los escasos
riesgos que corría en sus producciones. Solo financiaba
proyectos cuyo coste pudiera afrontar, lo que limitaba la producción
a western, seriales y melodramas. Todo siempre de bajo presupuesto,
lo que condenaba a Universal a la serie B. Los filmes
producidos por la compañía el año de su fundación fueron tres
western: An Even Break, The Girl from Golden Run
y The Massacre of Santa Fe
Rail.
Un
género en el que se iniciaría un joven John Ford. Desde el
inicio de su carrera en 1917 hasta 1920 rodó más de una treintena
de películas para Universal. La inmensa mayoría, como no, eran
western. Cheyenne’s Pal (1917), El barranco del diablo
(1918), El jinete vengador (1919) u Hombres marcados
(1919) son algunos de sus títulos más destacados de aquella época,
en la que se empezaba a gestar uno de los directores más decisivos
de la historia del cine americano.
Otro
nombre importante que pasó varios años (1919-1923) en el seno de
Universal fue Tod Browning, cuyas películas rara vez no
tenían alguna intriga criminal por medio. The Wicked Darling
(1919), Fuera de ley (1920), Bajo dos banderas (1922)
o El tigre blanco (1923) son algunos de esos trabajos
realizados antes de que la productora despidiera al director, al que
volvió a contratar para que dirigiera una película que luego se
convertiría en mítica: Drácula (1931), en la que era
la primera adaptación americana de la novela de Bram Stoker (hasta
entonces, y sin contar el Nosferatu de Murnau, solo existía
un film húngaro llamado Drakula halála).
Hay
que decir que por aquel entonces el estudio estaba ya en manos de
Carl Laemmle Jr., que lo recibió en 1928 como regalo de
cumpleaños por parte de su padre. Un año en el que, por cierto, se
rodó el primer fin hablado de la compañía: Melody of Love.
Carl Jr. tomó muchos más riegos que su progenitor, lo que no
tardó en darle éxito y prestigio. El primer lustro de los 30 fue
una época de esplendor para Universal con los musicales Show
Boat (1929) y El rey del jazz (1930), o Sin
novedad en el frente (1930), que consiguió los Oscar a la
mejor película y dirección (para Lewis Milestone). Una época en la
que no paraban de trabajar para la compañía directores como William
Wyler o John M. Stahl. Hasta John Ford volvió de manera
fugaz para realizar Hombres sin miedo (1932).
Pero
si algo caracteriza esta etapa de Universal es por su apuesta por el
cine de terror. Con algún precedente como el de El fantasma de
la ópera (1925), la década de los 30 supuso la total
explosión de las Universal Horror. A la ya mencionada
Drácula, hay que sumar otros muchos títulos encabezados por
Frankenstein (1931) y su secuela La novia de
Frankenstein (1935), La momia (1932), o El
hombre invisible (1933). Aquí fue decisiva la importancia de
James Whale, director de la mayoría de cintas de terror de la
factoría. Y tenemos que destacar la visión pionera de Universal. En
casi todos los casos, la adaptación era la primera (o la primera
realmente importante) que se hacía para el cine. Cualquier versión
posterior de las obras de Stoker, Shelley, Leroux o Wells siempre
pasarán por la comparativa con las películas de Universal.
Pero
todo lo que sube, baja. Y en 1935 el remake de Show Boat
provocó el endeudamiento de Carl Laemmle Jr. hasta
tal punto que el banco le arrebató el estudio. La década que
siguió fue muy complicada, volviendo a los presupuestos bajos, y
en la que se sobrevivía gracias a las múltiples secuelas de
los exitosos monstruos universales. Alguna que otra cinta aislada de
provecho también se produjo durante esos años; son los casos de Al
servicio de las damas (1936), o las dos películas de un
Alfred Hitchcock que llevaba pocos años en Estados Unidos: Sabotaje
(1942) y La sombra de una duda (1943). También
en ese año empezó una serie de filmes sobre Sherlock Holmes,
más de una decena de titulos dirigidos por el todoterreno Roy
William Neill en tres años. Un poco antes, empezó la serie de
películas de los populares Abbott y Costello, que se
prolongaron durante quince años.
En
1945 el británico J. Arthur Rank compra la cuarta parte de
las acciones de Universal, asociándose un año después con William
Goetz (fundador International Pictures), para formar
Universal-International Pictures. En el siguiente lustro se
produjeron películas de directores importantes como Jacques
Tourneur, George Cukor, Max Ophüls o Jules
Dassin, entre otros. En la década de los 50 habría que destacar
tres nombres básicos. Por un lado, Anthony Mann y sus
western: Winchester’73 (1950), Horizontes lejanos
(1952) o Tierras lejanas (1954). Luego, tenemos a Douglas
Sirk y sus famosos melodramas: Su gran deseo (1953), Sólo
el cielo lo sabe (1955), Siempre hay un mañana (1956),
Escrito sobre el viento (1956), o Imitación a la vida
(1959). Y Jack Arnold, que exploraba las posibilidades del
género a través de la serie B: Llegó del más allá (1953),
La mujer y el monstruo (1954), Tarántula (1955), El
increíble hombre menguante (1957).
A
finales de los 50 la compañía vuelve a entrar en crisis, aunque eso
no impide que produzca una obra del salibre de Sed de mal
(1958). En esa época era Decca Records la empresa que
había tomado el control de la empresa, al hacerse con la parte de
Goetz. Los problemas llegaron con la aparición de la televisión y
la desaparición de sus salas de exhibición. Hasta que entró MCA
para hacerse con el control y revitalizar la productora. Una época
de brillo que empieza con películas de Robert Aldrich,
Delbert Mann o John Huston. Aunque si hubo un director
prolífico en aquellos primeros 60 fue Robert Mulligan, con la
magnífica Matar a un ruiseñor (1962) a la cabeza.
También Stanley Donen puso sus granitos de arena con Charada
(1963) y Arabesco (1966). Pero si hay un director
importante cuyo nombre está asociado a Universal en esos años ese
Alfred Hitchcock, que hizo allí sus últimas películas: Los
pájaros (1963), Marnie, la ladrona (1964), Cortina
rasgada (1966), Topaz (1969), Frenesí (1972)
y La trama (1976). A finales de los 60 empieza a surgir la
figura de Don Siegel, que ya apuntaba maneras con películas
como La jungla humana (1968). Y lo simbólico que supone
producir la última película de un genio como Charles Chaplin
(La condesa de Hong Kong).
Universal
ha tenido diversas épocas de gloria, pero quizás sean los 70 (junto
a los primeros 30) su etapa más decisiva para la Historia del cine.
Ya hemos hablado de los últimos filmes de Hitchcock, y también
Billy Wilder tuvo oportunidad de rodar una de sus últimas grandes
obras, Primera plana (1974). También se atrevieron a
dar voz a habituales actores con cosas interesantes que contar. Son
los casos de Casta invencible (Paul Newman, 1970),
Hombre sin fronteras (Peter Fonda, 1971); y
especialmente Clint Eastwood, por el que la compañía apostó
claramente desde el principio: Escalofrío en la noche (1971),
Infierno de cobardes (1973) y Licencia para matar
(1975). También hubo espacio para nombres míticos del cine
independiente como John Cassavetes o Monte Hellman; y
obras básicas (cada una en su estilo) como El cazador o
Desmadre a la americana,
ambas de 1978. Algunos éxitos rotundos de taquilla como Aeropuerto
(1970), Jesucristo Superstar (1973) o El golpe
(1973). Y no podemos olvidar que el estudio contribuyó de
forma decisiva a renovar Hollywood apostando fuerte por dos jóvenes
valores que revolucionarían el cine. A George Lucas le
produjeron American Grafitti (1973), mientras que
Steven Spielberg (nombre muy asociado a Universal) pudo hacer
Tiburón (1975), la película que cambiaría Hollywood.
Los
80 seguirían una línea parecida, aunque hay que destacar dos
sonoros fracasos, que hoy tienen olor a filmes de culto: El musical
Xanadú (1980) y la ciencia-ficción producida por
George Lucas Howard: un nuevo héroe (1986). Un género
que, sin embargo, siguió dando obras míticas como E.T. El
extraterrestre (1982), Regreso al futuro (1985)
o Legend (1985). Seguía habiendo lugar para el cine
más independiente con obras como Desaparecido
(Costa-Gavras, 1982), El beso de la pantera (Paul
Schrader, 1982) o La última tentación de Cristo (Martin Scorsese,
1988). Un buen puñado de obras de culto de lo más variada: Conan
el Bárbaro (1982), La cosa (1982), Scarface
(1983), Calles de fuego (1984), El club de los
cinco (1985)...o cine comercial de prestigio: Memorias
de Africa (1985), Grita libertad (1987),
Gorilas en la niebla (1988). Y otra simbólica última
película: El sentido de la vida (1983), con la que
concluiría la carrera cinematográfica de los Monty Python.
Tras
esta etapa se produjeron una serie de convulsos movimientos, con los
que la compañía fue pasando de mano en mano. MCA vendió a
Matsuhita Electric que poco después hizo lo propio a Seagram.
En el año 2000 fue Vivendi quien estuvo al cargo, aunque no tardó
mucho en ceder a General Electric. Los 90 fueron una época
en la que no se dejó de hacer taquillazos, aunque no siempre iban
acompañados de calidad: Poli de guardería (1990),
Beethoven: Uno más en la familia (1992), Los Picapiedra
(1994), Casper (1995), Twister (1996), La momia
(1999)... aunque también hubo alguna apuesta arriesgada,
especialmente con Terry Gilliam, quien pudo hacer Doce
monos (1995) y Miedo y asco en Las Vegas (1998).
John Waters, Sam Raimi o Peter Jackson también
fueron acogidos por la compañía. Hubo lugar para el cine de
prestigio, con filmes como En el nombre del padre (1993),
Casino (1995) o Shakespeare in love (1998).
Y dos nombres que siguieron aumentando su leyenda: Steven Spielberg y
su aprendiz Robert Zemeckis. En el caso de Spielberg, por fin
consiguió el ansiado reconocimiento de la Academia con Las
lista de Schindler (1993). Mismo año en el que reventó
taquillas con Parque Jurásico. Tampoco podemos dejar
de reseñar que a finales de los 90 dio inicio una de las sagas más
exitosas de los últimos tiempos, American Pie. Y el
más sonoro fracaso de la década fue en 1995, respondía al nombre
de Waterworld.
En
el nuevo siglo Universal mantiene un interesante equilibrio entre
calidad y comercialidad. Hay directores con nombre que han
triunfado en los Oscar. Ahí están Ridley Scott con su
Gladiator o Ron Howard con su Una mente maravillosa.
Ambos han realizado unos cuantos trabajos más para la compañía, no
siempre de calidad, pero casi siempre triunfantes en la taquilla.
Algún nombre de prestigio como los hermanos Coen o Michael
Mann también hicieron un par de trabajos para la compañía. Y
películas de relumbrón como Munich (2005), Un
buen pastor (2006), Hijos de los hombres (2006)
o Malditos bastardos (2009). Pero si hay una relación
que ha sido fructífera en estos años es la que han tenido con
directores británicos. El éxito de El diario de
Bridget Jones (2001) y su secuela. El cine de época bien
cuidado de Joe Wright; con Orgullo y prejuicio (2005) y
Expiación (2007). Un renovador de la comedia como Edgar
Wright; con Zombies Party (2004), Arma fatal (2007)
y Scott Pilgrim contra el mundo (2010). Y Paul Greengrass,
que además de United 93 (2006) y Green
Zone (2010), es responsable directo de la reinvención del
cine de espías, con sus dos películas de la saga Bourne.
Para rematar, Universal también es responsable directa del
nacimiento de la nueva comedia americana, auspiciando muchas
de las películas de la marca Apatow.
A
pesar del terrible incendio sufrido en 2008, la productora parece que
vive uno de sus buenos momentos, con éxitos prestigiosos y/o
monetarios. Además, a través de su división de cine
independiente -Focus- ha producido a nombres importantes como
Sofia Coppola, David Cronenberg, Ang Lee, Michel
Gondry o los Coen. Después de un centenar de años, parece que
Universal tiene cuerda para rato. Este año de celebración la
compañía ha realizado diferentes actos y eventos, entre los que
destaca la restauración de algunas de sus obras más emblemáticas.
En Tierra Filme nos queremos sumar al homenaje, analizando algunas de
las obras más importantes de la Historia del Cine.
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