Miguel
Courtois y Luis Tosar son dos tipos comprometidos con la realidad. El
director franco-español tiene una trayectoria plagada de títulos
con fuerte contenido político. El actor gallego no necesita
presentación, pero quizás no muchos conozcan su fuerte
responsabilidad social. Algo que vuelve a mostrar con un compromiso
claro con esta película. El director abandona la política española
(El Lobo, GAL) para adentrarse en Colombia, con el
conflicto de las FARC de fondo. El actor ha tenido que realizar un
concienzudo trabajo para conseguir la suficiente credibilidad con el
acento colombiano. Con motivo del estreno de Operación E,
charlamos con ambos.
Por Manuel Barrero Iglesias
Fotografías: Silvia D.
¿Qué
puede aportar esta película al público? Para Tosar: “pensamiento
crítico. Contar la historia de muchas víctimas del conflicto armado
en Colombia, que sin pretender ser una análisis de ese conflicto, lo
ilustra de forma bastante clara”. Courtois ahonda más: “Se
puede hacer una correlación con otros dramas universales. El tema de
la película es como una víctima inocente, que además es el héroe
real de la historia, es encarcelado por los que mandan. Esto es un
ejemplo de algo que se puede repetir en muchos sitios, y cuenta
perfectamente cómo va el mundo hoy. Es un tema universal que supera
el tema colombiano. Incluso hay enlaces con el sufrimiento que veo
ahora en España. Habrá miles de víctimas de este sistema que
estamos denunciando. Lo hemos hecho con una historia muy particular,
pero hay analogía con lo que está ocurriendo con muchas familias de
aquí”.
Entre
los planes del director se encuentra dirigir una película que trate
directamente el problema del terrorismo financiero: “Estoy en
ello. El problema es que es mucho más complicado este tipo de
proyectos que otros. Pero me interesa mucho contar una historia que
explique esto, como los que pagan las facturas no son los que tienen
que pagar”. Y Luis Tosar añade: “La gente empieza a estar
cansada de muchas cosas. Hemos estado muy tranquilos con nuestras
vidas, y ahora vuelve un cuestionamiento social brutal sobre el
sistema que hemos creado. Nosotros no tenemos conflicto armado, pero
sí tenemos un conflicto que es la crisis, y cómo se desmorona el
sistema capitalista. Somos vapuleados, y nos chulean los bancos, los
políticos, nos chulea todo el mundo. Al final en la cárcel están
los más pringados, y ni un solo estafador”.
El actor
habla del posible futuro del cine político en nuestro país: “Pasa
que hacer películas es muy complicado, y no podemos dar respuesta
inmediata, como los medios de comunicación. La ventaja que tenemos
es que podemos ofrecer hora y media de reflexión sobre un tema
concreto. Lo podemos hacer, pero lleva tiempo. Este año saldrán
varias películas sobre el tema de la crisis. Es algo que está en la
pulsión artística de los creadores. Es inevitable, porque el arte
al final refleja lo que ocurre en el mundo. Como decía Costa-Gavras,
todo el cine es político. Air Force One es
política, con un mensaje muy claro. Afortunadamente, los yanquis
tienen la capacidad de autocrítica y hacer otro cine político que
me interesa más, en el que sacan sus trapos sucios. Aquí nos ha
costado un poco llegar a eso. Si se trata de sacar tramas sucias, no
es fácil levantar proyectos así. Si vas a tocar las altas esferas
hay que andarse con cuidado”.
Tanto
uno como otro se sienten atraídos por el cine político. Curtois nos
cuenta que le gusta hacer este tipo de cine por dos razones:
“Primero, porque es el que me gusta como espectador. Y segundo,
porque me permite hacer una síntesis entre ser director de cine y
ser también ciudadano que tiene interés por el mundo en el que
vive, que comparte ideas”. Para Luis, participar en proyectos
así supone un plus: “Pero un plus más como ciudadano que como
actor. En esta película ya tenía todo lo que podía querer. Una
historia maravillosa, un guión cojonudo y un personaje fascinante.
Digamos que confluyen dos cosas muy importantes en tu vida”.
Tosar
habla también sobre el conflicto particular que trata el film: “Todo
el mundo se ha olvidado ya un poco de cuál es el origen. Son
cincuenta años de conflicto enquistado que ha dado muchas vueltas,
que se ha visto afectado prácticamente en todos los sustratos por la
red de narcotráfico. Está todo muy corrompido y desmembrado. En
cierta manera, esta película es tan importante, una llamada de
atención para que no nos olvidemos que lo que deja atrás el
conflicto son José Crisantos a millones”.
¿Tuvieron
contacto con el auténtico José Crisanto durante la producción del
film? Courtois nos cuenta que le fue imposible, aunque también lo
prefiere así: “Cuando empezamos el trabajo, él estaba en la
cárcel., no pude entrar en contacto con él. Es una cosa que tampoco
me parece muy necesaria. Cuando hice El Lobo,
igual, yo no lo vi a él antes de que se acabara la película. Y creo
que así cada uno está en su terreno, y es mejor, al menos con mi
manera de trabajar. Por supuesto, toda la investigación se había
comprobado”. Y a la hora de elegir al actor principal, ¿la
primera opción que se planteó fue la de un actor de la zona?:
“Evidentemente no pensé en un actor alemán. Sí, pero luego
por razones de producción, sabía que no se iba a montar una
película así desde Europa con un actor colombiano desconocido, las
leyes del mercado no lo permiten. La gran suerte fue que este señor
lea el guión y le guste”.
El
trabajo de Tosar con el acento es excepcional. Cuando uno se prepara
para un papel así, ¿lo lleva hasta la vida privada? “Sí,
bueno, intentas extenderlo lo más posible. Pero también procuro que
la profesión esté en un sitio y la vida privada en otro.
Evidentemente, hay injerencias, momentos en los que se escapa, pero
lo tiras más por el lado del humor. Soy muy poco loco en ese
sentido, no os puedo contar historias de haber vivido dentro de un
armario tres meses”. ¿Y cómo ha sido el proceso de
conocimiento del personaje?: “Como cualquier personaje, se va
adueñando de ti, vas descubriendo matices…Un personaje tan rico
como el de José Crisanto todos los días era un avance, y una
cosilla más. Ya con el guión Onetti hizo un trabajo espléndido,
muy bien arrancado de la realidad. Pero también es verdad que cuando
leí el libro de él, hubo algo que era más difícil detectar en el
guión. Ese motor de supervivencia, de humanidad pura y dura es un
leitmotiv que se repite continuamente en el libro”.
El actor
ha hecho papeles de lo más diversos, ¿en cuáles se encuentra más
cómodo?: “Creo que me da igual. Uno no trabaja por cuestiones
de comodidad, sino por cuestiones de creatividad. Si trabajara por
comodidad, no habría hecho el 90% de las películas que he hecho, me
hubiera quedado haciendo televisión tranquilamente”. Y la
televisión, ¿no le atrae?: “Ahora me llama más la atención
que hace tiempo. Cuando yo hacía televisión era más aburrida, con
fórmulas más manidas. Quizás aquí no ha llegado de forma tan
directa, pero vemos como llegan del exterior estímulos mucho más
atractivos. También porque han fagocitado mucho del mundo del cine.
Aquí tenemos que pasar ese filtro, tenemos una televisión muy
mediatizada, en la que es difícil contar historias comprometedoras.
Todo lo que sea incómodo social y políticamente aún cuesta, porque
no hay suficiente independencia para hacerlo. Y en cine todavía nos
podemos permitir ese lujo. No sé hasta cuándo, pero todavía sí”.
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