Dirección:
Peter Jackson.
Intérpretes:
Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage, Ken Scott, Graham McTavish.
Guión:
Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson, Guillermo del Toro; basado en la
novela de J.R.R. Tolkien.
Música original:
Howard Shore.
Fotografía:
Andrew Lesnie.
Montaje:
Jabez Olssen.
Idioma:
Inglés.
Duración:
169 minutos.
6/10
Un viaje con pocas sorpresas
Ya
se ha dicho casi todo sobre el titánico esfuerzo que llevó a cabo Peter Jackson
para dar vida cinematográfica a los tres libros de El Señor de los Anillos. Una trilogía que ha pasado, por derecho
propio, a la historia del cine como uno de los más épicos espectáculos visto
jamás en la pantalla grande. Se le podrán discutir muchas cosas, pero es complicado imaginar una mejor captación
del Universo Tolkien que la presentada por Jackson en su momento.
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Antes
hay que comentar las primeras dudas que plantea este proyecto: la necesidad o
no de hacer tres películas, cuando El
Hobitt es una obra literaria mucho menos extensa que El Señor de los Anillos. La
excusa de introducir otros elementos de aquí y allá suena poco convincente, y
la sospecha de querer hacer caja siempre planeará sobre esta decisión. A
nadie escapa que tres películas van a ser mucho más rentables que una. La fiel
hinchada tolkiana acudirá
religiosamente a ver cada uno de los filmes. Rendimiento económico asegurado.
El
resultado artístico es algo que tendremos que valorar una vez completada la
trilogía. De momento, la primera entrega ya se acerca peligrosamente a las tres
horas. Y primer punto a favor: el
envidiable ritmo que imprime Jackson, quien consigue que el tiempo pase volando
entre aventura y aventura. Quizás sea el principio –la llegada de los
enanos al hogar de Bilbo- lo más excesivo. Cierto es que sirve para subrayar la
diferencia básica con la otra trilogía: más humor y menos épica. Pero también
es verdad que acaba resultando algo cansino.
Tampoco
ayuda demasiado un casting para los enanos en el que apenas hay dos o tres
actores que destaquen (y, entre ellos, definitivamente no está su líder). Por
el contrario, es todo un acierto la
elección de Martin Freeman como el joven Bilbo. Su actuación tiene chispa: es
divertida y trascendente a la vez. Y posee una sorprendente gama de matices con
las que refleja la tremenda evolución que sufre su personaje desde que su
apacible existencia se ve alterada.
Una
evolución que tiene su punto de inflexión en la (con diferencia) mejor
secuencia del film. Nos referimos al encuentro entre Bilbo y Gollum (y el anillo).
Si hay un momento de verdad emotivo y que consiga poner los vellos de punta,
aquí lo tienen. Luego, hay batallas y más batallas. Contra orcos, trasgos y
demás criaturas. Vibrantes y bien rodadas, pero que aportan poco más que
aventura de calidad (que ya es bastante).
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Manuel
Barrero Iglesias
A mi me sorprendió para bien, no es una gran película, pero por lo menos consigue entretener. Además, en 3D y a 48 fotogramas por segundo, la escena inicial a mi me pareció increíble.
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