Animal House (USA, 1978). Dirección: John Landis. Intérpretes: John Belushi, Tim Matheson, Stephen Furst, Peter Riegert, John Vernon, Verna Bloom, Thomas Hulce, Cesare Danovan, Donald Sutherland. Guión: Douglas Kenney, Chris Miller, Harold Ramis. Música original: Elmer Bernstein. Fotografía: Charles Correll. Montaje: George Folsey Jr.
En 1978 se estrenaba Desmadre a la americana, comedia sobre una fraternidad que decide enfrentarse a la Universidad que le aloja debido a que pretenden cerrarles el chiringuito. Tal deseo proviene del hecho de que la fraternidad está plagada de inadaptados, sociópatas y maleantes que no hacen otra cosa que emborracharse y generar destrozos allá por donde pasan. Un argumento cien veces visto posteriormente, y es que se trata de una película que ha creado escuela, como por ejemplo en ese disfrutable producto de entretenimiento que es Aquellas juergas universitarias, el cual copia casi por completo el argumento.
Animal
House, así se titula originalmente, fue un gran éxito de
taquilla. Con un presupuesto estimado de tres millones de dólares,
la película consiguió recaudar en Estados Unidos algo más de
ciento cuarenta, a lo que hay que sumarle la recaudación en el
resto de países y unos ingresos en concepto de alquiler que rondaron
los setenta millones de dólares.
La
pregunta que habría que hacerse es cómo una película con un
argumento tan tontorrón consiguió arrasar de esa manera en lo
comercial y a su vez convertirse en una indiscutible película de
culto. No existe un único motivo que explique este excepcional
éxito, más bien proviene de la convergencia de varios elementos que
unidos la hacen ser una obra maestra de la comedia. A algunos les
podrá parecer excesivo el apelativo de obra maestra, pues no se
trata de una comedia especialmente inteligente o sutil, sino más
bien de una especie de Porky’s con estilo, pero es que
algo que consiga hacernos reír de esa manera durante ciento nueve
minutos no puede ser llamada de otra manera.
Habría
que comenzar hablando del guión escrito por Douglas
Kenney, Chris Miller y Harold Ramis; que narra algunas de las
experiencias vividas por el segundo a su paso por la fraternidad
Alpha Delta Phi de una universidad de New Hampshire. Lo
que hace que el guión destaque por encima del resto de sus iguales,
o similares, es la sucesión de
chistes efectivos y la capacidad que tienen para hacer que nos
encariñemos de un grupo de personajes absolutamente detestables.
De
entre esos personajes hay que resaltar al interpretado por el genial
John Belushi.
Su John “Bluto” Blutarsky es uno
los seres más tarados que hayan pasado por la gran pantalla.
Alcohólico, enfermo mental sin diagnosticar y a la vez ídolo
generacional; ídolo para los
disfrutaron la película a finales de los setenta y para aquellos que
creemos que con el paso de los años, tanto el personaje como la
película, no han hecho más que volverse más grandes e icónicos.
La
dirección de John Landis es acertadísima, aportando el ritmo que
necesitaba ese guión, una sobria puesta en escena y una excelente
dirección de actores. Cuando
dirigió Desmadre americana
aun era un principiante, pero más adelante siguió demostrando su
habilidad para convertir películas que en las manos de otros podrían
acabar siendo un American Pie más,
en obras de culto incuestionables, como Granujas
a todo ritmo o Un
hombre lobo americano en Londres.
Sin
duda se trata de una de esas películas que se disfrutan viendo en
compañía de amigos, de esas que te pueden partir la caja torácica
si vas predispuesto a pasar un buen rato y liberas tu cabeza de
prejuicios o pretensiones intelectualoides.
Una película que apela a nuestro instintos más primarios para
provocarnos la carcajada, y que sin ninguna duda lo conseguirá, si
es que le dejamos.
David
Sancho
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