Como es habitual, llego tarde y la pareja más
repelente del planeta está en vías de reconciliación. Se veía venir: resultaba sorprendente que dos personajes
tan anodinos, mediocres y aburridos como Kristen Stewart y Robert Pattison
hayan brindado una historia tan a gusto de los frívolos como la menda.
Concretando, que ya nos lo sabemos todos: la ñoña se da un magreo con su
director en Blancanieves, pillada
total, el lánguido se pone más ídem y va llorando por las esquinas, la lacia se
deprime, pide perdón a lo Antonio Orozco, el sinsorgo se hace el duro (a su
estilo, con menos sangre que una galleta) y hace unos días se van de cena romántica. Fin. Y yo que esperaba algo como Romeo y Julieta, ambos muertos por amor,
sin vampirismo de por medio, y los cinéfilos más vivos que nunca sin toparse
con su presencia. Qué grima dan, leche.
Para
infidelidades mejor remontarse a los clásicos, los niñatos de hoy en día no
tienen estilo, ni glamour, ni “ná”. Mi preferida
es la gran Elizabeth Taylor, que llegó a ganarse el apodo, sin duda machista,
de 'robahombres'; no le discuto el gusto ni le quito culpa a los 'robados',
aunque sí veo cierta falta de lealtad de la gata hacia sus amigas. Eddie Fisher era el marido de Debbie Reynolds, gran colega de la
Taylor, y no dudó en zambullirse en los ojos violetas más bonitos del mundo
tras miraditas varias. Luego llegó Richard
Burton, casado cuando rodó junto a la actriz Cleopatra, y ambos regalaron una historia de amor que supera a las
del celuloide.
También sucumbieron pese a sus parejas Steve McQueen y Ali McGraw durante el
rodaje de La huida, y Warren Beatty con Natalie Wood mientras
vivían su Esplendor en la hierba.
Tanta belleza junta te dan ganas de salir corriendo a Corporación
Dermoestética, la verdad. Más triste fue lo de una mujer todoterreno y actriz
genial, Katherine Hepburn, que no
consiguió tumbar el conservadurismo religioso de Spencer Tracy, incapaz de separarse de su esposa y de renunciar a
que la Hepburn fuera su amante.
Especialmente divinos me parecen los romances
caiga quien caiga de la sueca Ingrid
Bergman con el latino Roberto
Rossellini; ni se lo pensaron y, de paso, dieron al mundo a una gran dama, Isabella Rossellini. Y derrochando
todos los límites posibles de carisma, la pareja formada por Humprey Bogart y Lauren Bacall: 25 años de diferencia, ella era una chavalilla de 17
años cuando se conocieron y juntos estuvieron, fumando, bebiendo, luchando por
las libertades y reventando bares, hasta la muerte de él.
Volviendo a la actualidad, varios intérpretes
se han esforzado por devolvernos el 'charme' de la infidelidad de aquellos
días. Dennis Quaid y Meg Ryan, un matrimonio tan mono (antes
de que la cara de ella mutara de piel a látex)
y consolidado se rompió cuando irrumpió Russell Crowe. Mira, Muñegote Meg, yo te entiendo: que Dennis se ve
muy suavito, tipo Mimosín, y a veces un meneo al estilo neozelandés no viene
mal... pero, chata, que Russell -pelo imposible- Crowe es un golferas: ahí te
dejó su prueba de vida y mutis por el foro.
Meg se quedó compuesta y sin marido como Jennifer Aniston, aunque no sean casos
comparables por lo chungo que es el de nuestra Rachel de Friends: aparte de compartir cornamenta con Dennis Quaid, como ya
comenté alguna vez en estos disparates que escribo, perder a uno de los
chulazos más adorados del planeta y que la causa sea una pava como la Jolie, es como para meterse en un
boquete o dejarse morir viendo toda la saga de Crepúsculo.
Pero terminemos tanto desencuentro amoroso
con un 'happy end': después de varios tropiezos (Vince Vaughn??!), la Jenni ha
encontrado a su medio pomelo y se nos casa; nada menos que con Justin Theroux, todo un molón.
Consejo de frívola: Sé infiel y no mires con
quién ;-)
Isabella Della Sicilia
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