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sábado, 3 de noviembre de 2012

Infieles en el plató


Como es habitual, llego tarde y la pareja más repelente del planeta está en vías de reconciliación. Se veía venir: resultaba sorprendente que dos personajes tan anodinos, mediocres y aburridos como Kristen Stewart y Robert Pattison hayan brindado una historia tan a gusto de los frívolos como la menda. Concretando, que ya nos lo sabemos todos: la ñoña se da un magreo con su director en Blancanieves, pillada total, el lánguido se pone más ídem y va llorando por las esquinas, la lacia se deprime, pide perdón a lo Antonio Orozco, el sinsorgo se hace el duro (a su estilo, con menos sangre que una galleta) y hace unos días se van de cena romántica. Fin. Y yo que esperaba algo como Romeo y Julieta, ambos muertos por amor, sin vampirismo de por medio, y los cinéfilos más vivos que nunca sin toparse con su presencia. Qué grima dan, leche.

Para infidelidades mejor remontarse a los clásicos, los niñatos de hoy en día no tienen estilo, ni glamour, ni “ná”. Mi preferida es la gran Elizabeth Taylor, que llegó a ganarse el apodo, sin duda machista, de 'robahombres'; no le discuto el gusto ni le quito culpa a los 'robados', aunque sí veo cierta falta de lealtad de la gata hacia sus amigas. Eddie Fisher era el marido de Debbie Reynolds, gran colega de la Taylor, y no dudó en zambullirse en los ojos violetas más bonitos del mundo tras miraditas varias. Luego llegó Richard Burton, casado cuando rodó junto a la actriz Cleopatra, y ambos regalaron una historia de amor que supera a las del celuloide.

También sucumbieron pese a sus parejas Steve McQueen y Ali McGraw durante el rodaje de La huida, y Warren Beatty con Natalie Wood mientras vivían su Esplendor en la hierba. Tanta belleza junta te dan ganas de salir corriendo a Corporación Dermoestética, la verdad. Más triste fue lo de una mujer todoterreno y actriz genial, Katherine Hepburn, que no consiguió tumbar el conservadurismo religioso de Spencer Tracy, incapaz de separarse de su esposa y de renunciar a que la Hepburn fuera su amante.

Especialmente divinos me parecen los romances caiga quien caiga de la sueca Ingrid Bergman con el latino Roberto Rossellini; ni se lo pensaron y, de paso, dieron al mundo a una gran dama, Isabella Rossellini. Y derrochando todos los límites posibles de carisma, la pareja formada por Humprey Bogart y Lauren Bacall: 25 años de diferencia, ella era una chavalilla de 17 años cuando se conocieron y juntos estuvieron, fumando, bebiendo, luchando por las libertades y reventando bares, hasta la muerte de él.

Volviendo a la actualidad, varios intérpretes se han esforzado por devolvernos el 'charme' de la infidelidad de aquellos días. Dennis Quaid y Meg Ryan, un matrimonio tan mono (antes de que la cara de ella mutara de piel a látex)  y consolidado se rompió cuando irrumpió Russell Crowe. Mira, Muñegote Meg, yo te entiendo: que Dennis se ve muy suavito, tipo Mimosín, y a veces un meneo al estilo neozelandés no viene mal... pero, chata, que Russell -pelo imposible- Crowe es un golferas: ahí te dejó su prueba de vida y mutis por el foro.

Meg se quedó compuesta y sin marido como Jennifer Aniston, aunque no sean casos comparables por lo chungo que es el de nuestra Rachel de Friends: aparte de compartir cornamenta con Dennis Quaid, como ya comenté alguna vez en estos disparates que escribo, perder a uno de los chulazos más adorados del planeta y que la causa sea una pava como la Jolie, es como para meterse en un boquete o dejarse morir viendo toda la saga de Crepúsculo.

Pero terminemos tanto desencuentro amoroso con un 'happy end': después de varios tropiezos (Vince Vaughn??!), la Jenni ha encontrado a su medio pomelo y se nos casa; nada menos que con Justin Theroux, todo un molón.



Consejo de frívola: Sé infiel y no mires con quién ;-)


Isabella Della Sicilia

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