Dirección:
Sdeclan Donnellan, Nick Ormerod.
Intérpretes:
Robert Pattinson, Uma Thurman, Christina Ricci, Kristin Scott Thomas,
Colm Meaney.
Guión:
Rachel Bennette, sobre la novela de Guy
de Maupassant.
Música
original:
Lakshman
Joseph De Saram, Rachel Portman.
Fotografía:
Stefano Falivene.
Montaje:
Gavin Buckley, Masahiro Hirakubo.
Idioma:
Inglés.
Duración:
102 minutos.
4/10
Seducción
sin alma
Después
de la saga Crepúsculo va a ser complicado que Robert
Pattinson se desprenda de la etiqueta de sosainas cuyo atractivo
solo aprecian las adolescentes de hormonas disparadas. Aunque sus
esfuerzos está haciendo el chaval, eso hay que reconocerlo. En
pantalla ahora mismo lo podemos ver a las órdenes, nada más y nada
menos, de David Cronenberg en su Cosmopolis. El cine de época,
siempre con su halo de prestigio, también lo ha reclutado para esta Bel Ami, historia de un seductor.
La
verdad es que el rol le viene como anillo al dedo. Un pánfilo
que, no se sabe muy bien cómo ni por qué, resulta irresistible para
damas de muy diferente edad y condición. Atención al plantel:
Ricci, Thurman y Scott Thomas. Casi nada. Pena de talento
desperdiciado. En fin, que los autores se proponen contar los
entresijos de la ascensión de un trepa en un mundo como el
periodismo, en el que siempre ha habido chanchullos pocos
deseables que tienen que ver, obviamente, con el poder.
Poco
convincente adaptación de la novela de Guy de Maupassant, en una
película que resulta casi tan insulsa como su protagonista. Eso
sí, la recreación de la época y demás apartados técnicos son
todo lo correctos que ustedes quieran. Pero al film le falta fuerza.
Un producto rutinario de poca personalidad en el que van
transcurriendo las secuencias. Sin más.
Ingredientes
para hacer una buena película había de sobra. Tanto el material
previo, como el elenco artístico, como la ya mencionada corrección
técnica. Lo que demuestra que no siempre la suma de elementos
potentes da como resultado un producto atractivo. Para eso hace
falta a alguien detrás de las cámaras que le dé vida al asunto,
algo que no consiguen Donnellan y Ormerod.
Manuel
Barrero Iglesias
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