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sábado, 20 de octubre de 2012

Sitges 2012: Día 7

La sección oficial nos trajo el cambio de registro de Pascal Lugier, una comedia con invasión extraterrestre, un sórdido drama coreano, una surrealista comedia, y la adaptación de un cómic ambientado en el Japón feudal. Fuera de concurso, ese mito que es Argento con su visión sobre Drácula.


Por Manuel Barrero Iglesias


The Tall Man (Pascal Laugier)

Mucha expectación había con el nuevo trabajo de Laugier, director que levantó una gran polvareda en 2008 con la polémica Martyrs. Dividió a la audiencia, ganándose a los amantes de las propuestas más salvajes. Suponemos que con su nuevo film la decepción de estos será mayúscula. El hombre de las sombras se aleja del terror gore para acercarse al thriller más psicológico.

El principal atractivo del film es la forma que tiene el director de jugar con los códigos del género. Víctimas y verdugos se confunden en un relato ambiguo, lleno de recovecos y disquisiciones morales. Quizás demasiado ambiciosa para lo que ofrece, al final todo se vuelve demasiado disperso.


Grabbers (Jon Wright)

Los irlandeses no paran de hacer (buena) comedia. Si El irlandés le ponía sarcasmo a las buddy movies, Grabbers lo hace con el cine alienígena. Emparentadas por un personaje principal muy similar, ambas usan eso tan sano que es la ironía para reírse de uno mismo. El problema de este film es que la mala leche se ve desplazada por demasiados momentos sentimentales, dando excesiva importancia a una historia de amor que no interesa mucho.

Pero es innegable la simpatía que despierta este trabajo, lleno de secundarios pintorescos y de extraterrestres amenazantes. Y, tenía que ser Irlanda, un pueblo pesquero en el que los habitantes deben emborracharse para sobrevivir al ataque. Un film sin muchas pretensiones, solo la de pasar un buen rato.


The Weight (Jeon Kyu-hwan)

Todo lo contrario ocurre con esta película coreana, un deprimente viaje a la sordidez. Un solitario hombre que trabaja en la morgue. Una galería de secundarios y situaciones a cual más grotesco. Desde la necrofilia hasta el incesto, pocas son las disfunciones que no aborda este trabajo.
A ratos interesante en su disección de la miseria humana, el film termina siendo asfixiado por su atmósfera opresiva y por su falta de credibilidad.


Wrong (Quentin Dupieux)

El director francés sorprendió hace un par de años con Rubber, comedia de terror con un neumático asesino por medio. Dupieux deja a un lado el terror, para entregarse a la comedia delirante. Surrealismo en estado puro para una película que es digna heredera de los grandes maestros del absurdo. El continuo juego con lo irreal sorprende a cada momento.

Pero como en toda buena comedia que se precie, lo bueno está en el poso amargo que esconde. La soledad del ser humano, la falsedad de las relaciones, o el terrible mundo laboral. Más allá de la lluvia en interiores y las palmeras que se convierten en pinos, el film esconde una ácida reflexión sobre el mundo en que vivimos.


Rurouni Kenshin (Keishi Ohtomo)

Esta cuidada adaptación del cómic de Nobuhiro Watsuki proporciona más de dos horas de buen entretenimiento, con unos personajes llenos de carisma. Una película (otra más) ambientada en el Japón feudal, en la época en la que los samurais fueron condenados al ostracismo, y sobrevivían como podían en un mundo que ya no los quería.


Un film, en ocasiones, demasiado naif; con una distinción infantil entre buenos y malos, y en la que se recalca de forma cansina que la violencia es mala. Si dejamos a un lado obviedades y mensajes evidentes, estamos ante un producto muy entretenido, que se disfruta con mucho placer.



Dracula 3D (Dario Argento)

El maestro Argento vuelve a la gran pantalla con una co-producción (Italia-Francia-España) en la que anda metido Enrique Cerezo, quien también aparece acreditado como guionista (¡¿?!). El caso es que la producción es bastante cochambrosa, en el que todo aparece acartonado y de una cutrez extrema.


Por supuesto, hay unos cuantos momentos en los que el director muestra su indudable categoría. Un puñado de planos magníficos, y una forma de filmar las muertes que roza la genialidad. Pero el conjunto de este homenaje a los filmes de la Hammer deja mucho que desear.

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