Por Manuel Barrero Iglesias
The Tall Man (Pascal Laugier)
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El
principal atractivo del film es la forma que tiene el director de
jugar con los códigos del género. Víctimas y verdugos se confunden
en un relato ambiguo, lleno de recovecos y disquisiciones morales.
Quizás demasiado ambiciosa para lo que ofrece, al final todo se
vuelve demasiado disperso.
Grabbers
(Jon Wright)
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Pero
es innegable la simpatía que despierta este trabajo, lleno de
secundarios pintorescos y de extraterrestres amenazantes. Y, tenía
que ser Irlanda, un pueblo pesquero en el que los habitantes deben
emborracharse para sobrevivir al ataque. Un film sin muchas
pretensiones, solo la de pasar un buen rato.
The
Weight (Jeon Kyu-hwan)
Todo
lo contrario ocurre con esta película coreana, un deprimente viaje a
la sordidez. Un solitario hombre que trabaja en la morgue. Una
galería de secundarios y situaciones a cual más grotesco. Desde la
necrofilia hasta el incesto, pocas son las disfunciones que no aborda
este trabajo.
A
ratos interesante en su disección de la miseria humana, el film
termina siendo asfixiado por su atmósfera opresiva y por su falta de
credibilidad.
Wrong
(Quentin Dupieux)
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Pero
como en toda buena comedia que se precie, lo bueno está en el poso
amargo que esconde. La soledad del ser humano, la falsedad de las
relaciones, o el terrible mundo laboral. Más allá de la lluvia en
interiores y las palmeras que se convierten en pinos, el film esconde
una ácida reflexión sobre el mundo en que vivimos.
Rurouni
Kenshin (Keishi Ohtomo)
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Esta cuidada adaptación del cómic de Nobuhiro Watsuki proporciona más de dos horas de buen entretenimiento, con unos personajes llenos de carisma. Una película (otra más) ambientada en el Japón feudal, en la época en la que los samurais fueron condenados al ostracismo, y sobrevivían como podían en un mundo que ya no los quería.
Un film, en ocasiones, demasiado naif; con una distinción infantil entre buenos y malos, y en la que se recalca de forma cansina que la violencia es mala. Si dejamos a un lado obviedades y mensajes evidentes, estamos ante un producto muy entretenido, que se disfruta con mucho placer.
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Esta cuidada adaptación del cómic de Nobuhiro Watsuki proporciona más de dos horas de buen entretenimiento, con unos personajes llenos de carisma. Una película (otra más) ambientada en el Japón feudal, en la época en la que los samurais fueron condenados al ostracismo, y sobrevivían como podían en un mundo que ya no los quería.
Un film, en ocasiones, demasiado naif; con una distinción infantil entre buenos y malos, y en la que se recalca de forma cansina que la violencia es mala. Si dejamos a un lado obviedades y mensajes evidentes, estamos ante un producto muy entretenido, que se disfruta con mucho placer.
Dracula
3D (Dario Argento)
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El maestro Argento vuelve a la gran pantalla con una co-producción (Italia-Francia-España) en la que anda metido Enrique Cerezo, quien también aparece acreditado como guionista (¡¿?!). El caso es que la producción es bastante cochambrosa, en el que todo aparece acartonado y de una cutrez extrema.
Por supuesto, hay unos cuantos momentos en los que el director muestra su indudable categoría. Un puñado de planos magníficos, y una forma de filmar las muertes que roza la genialidad. Pero el conjunto de este homenaje a los filmes de la Hammer deja mucho que desear.
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El maestro Argento vuelve a la gran pantalla con una co-producción (Italia-Francia-España) en la que anda metido Enrique Cerezo, quien también aparece acreditado como guionista (¡¿?!). El caso es que la producción es bastante cochambrosa, en el que todo aparece acartonado y de una cutrez extrema.
Por supuesto, hay unos cuantos momentos en los que el director muestra su indudable categoría. Un puñado de planos magníficos, y una forma de filmar las muertes que roza la genialidad. Pero el conjunto de este homenaje a los filmes de la Hammer deja mucho que desear.
Tú sí que estás acartonado.
ResponderEliminarUn fan de Argento.