La sección oficial en la
quinta jornada estuvo repleta de humor. El humor negro de Sightseers, el entrañable
de Robo-G, y el indie de Safety not Guaranteed. Aunque también hubo lugar para
el thriller existencialista de Headshot. Fuera de concurso, Rob Zombie
decepcionó con The Lords of Salem. Y en Panorama, una de las películas más
inquietantes del Festival: Citadel.
Por Manuel Barrero Iglesias
Sightseers (Ben Wheatley)
Humor negro, negrísimo, para
este film protagonizado por unos "Asesinos natos" sin ningún glamour. Una pareja de
mediocres, repletos de macabra inocencia, que nos harán vivir momentos de una
comicidad atroz. Magnífico el trabajo de los dos intérpretes, dando el punto
adecuado de patetismo y simpatía.
Los paisajes bucólicos de
Gran Bretaña hacen más contraste aún con la brutalidad de unos crímenes
cometidos con la mayor naturalidad del mundo. Una película con mucho encanto
que redime a su director después de la abominable Kill list. Nada que ver con
esta ácida y entrañable escalada cómico-violenta.
The Lords of Salem (Rob Zombie)
Decepción generalizada con
la nueva película de Rob Zombie. Por mucho que la factura esté muy bien cuidada,
el film no cuenta absolutamente nada. Desde luego, no consigue dar miedo en
ningún momento, ni mantener al espectador en tensión. Al contrario, lo que logra
es que se apodere de nosotros el tedio más absoluto.
Para colmo de males, el
argumento es una enorme sandez, un disparate sin pies ni cabeza. Al final, lo
poco que queda aprovechable son unas cuantas imágenes sugerentes, algún buen
momento aislado y una música inquietante. Lo demás, la inanidad.
Robo-G (Shinobu Yaguchi)
Un anciano ya jubilado, en
su afán por volver a sentirse útil, consigue un peculiar “trabajo”: hacerse
pasar por robot. La primera aparición pública del supuesto androide hace que
éste cobre inusitada fama, con lo que sus “creadores” se ven obligados a seguir
mostrándolo al público.
A través de esta tierna y
entrañable película, el autor nos habla sobre la vejez, y el sentimiento de
inutilidad que se apodera de aquel que queda fuera de la maquinaria productiva.
Espléndido trabajo de Naoto Takenaka, capaz de reflejar en su rostro los diversos
estados de ánimos por los que pasa el protagonista del film, este anciano que
vive una segunda juventud.
Safety no Guaranteed (Colin Trevorrow)
Uno de los nombres más
representativos del cine indie es Mark Duplass, que en este film ejerce doble
tarea de productor y protagonista. La película no disimula nunca esas maneras
indies, con una historia que gira en torno de un supuesto viaje en el tiempo.
El absurdo planteamiento se va enredando hasta desembocar en una tragicomedia
sobre la vida misma.
Lástima del exceso de
cursilería que domina la parte central, en la que el autor se empeña en
emparejar a sus protagonistas casi con desesperación. Lo único que consigue es
desviar la atención de lo que realmente nos interesa. Eso sí, el desenlace deja
un buen sabor de boca para esta película sencilla y muy bien interpretada.
Headshot (Pen-Ek
Ratanaruang)
Hay vida en Tailandia más
allá de Apichatpong Weerasethakul, casi el único director de aquel país del que
nos llega algo. Headshot es un thriller con sustancia, una de esas películas
con protagonista atormentado. Un hombre íntegro al que la vida maltrata
precisamente por esa integridad.
Cine negro en toda regla. Un
trabajo sólido, con una adecuada construcción del personaje principal, y un más
que decente trabajo de dirección para una narración algo confusa. Y es que, por momentos,
el film cae en un ritmo cansino del que luego le cuesta salir.
Citadel (Ciaran Foy)
Una de las películas más
espeluznantes vistas en esta edición del Festival. Especialmente en el inicio,
cuando la amenaza de lo real hace que todo sea mucho más aterrador. Desde un
inicio que ya noquea sin dar tiempo a respirar, hasta unas secuencias en las
que ocurre muy poco, pero donde la tensión es casi insoportable. Tras el giro a
lo fantástico, el film pierde algo de fuerza, pero sigue manteniendo un nivel
bastante alto.
Pero si hay algo por lo que
destaca este trabajo es por la utilización de los espacios urbanos. Esa
periferia de atmósfera apocalíptica, y esos edificios tétricos e impersonales.
Un thriller de calidad, lleno de tensión y que contiene sus reflexiones sobre
temas como el miedo o la sociedad actual.
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