Dos
pesos pesados a competición en la séptima jornada. El griego Costa-Gavras, con casi 80 años, sigue radiografiando la
realidad de nuestro tiempo. El argentino Carlos
Sorín, camino ya de los 70, vuelve a la Patagonia con una de esas historias
mínimas que tanto le gustan. Fuera de concurso, se presentó una de las
películas más esperadas de la temporada: Lo
imposible, del español J.A. Bayona.
Por Manuel Barrero Iglesias
Días de pesca
(Carlos Sorín)
Tras
dos películas en espacio reducidos, Sorín vuelve a la inmensidad de la
Patagonia con esta película que sigue una línea de total coherencia con la
filmografía anterior del director. Con ese gusto por lo pequeño, por la línea
argumental casi imperceptible.
El
autor vuelve a las relaciones entre padres e hijos (en este caso, hija), tema
que ya trató en La ventana. En Días
de pesca hay mucho más en lo invisible que en lo mostrado. Sorín deja al
espectador un vasto terreno donde crear una historia que apenas se nos explica.
Ni falta que hace.
El
egoísmo de su personaje principal queda perfectamente retratado con pequeñas
pinceladas, aunque nunca se nos muestra a un ser despreciable. Al contrario,
aparece como un tipo encantador, casi entrañable en esa búsqueda de cariño.
Días de pesca,
además, destaca por la variopinta fauna
de secundarios que pululan por el paisaje. En especial, ese entrenador de
boxeo y el pescador de tiburones. Personajes
de carne y hueso que le dan aún más verdad a este film tan humano.
Le
capital (Constatin Costa-Gavras)
Ahí
está Costa-Gavras, octogenario que sigue haciendo ese cine comprometido que
siempre le ha caracterizado. El director no ha dejado pasar la oportunidad de
hablar sobre la crisis mundial, adaptando la novela de Stéphane Osmont sobre
los tiburones financieros.
Una película que se
sostiene, básicamente, gracias al carisma de su protagonista. Impecable Gad
Elmaleh, que engrandece un personaje muy bien escrito.
Alguien con una total falta de escrúpulos, pero que sin embargo nos resulta
hasta encantador. Su autoconsciencia, su lucidez y su brillantez lo hacen
alguien muy atractivo. Si a esto le sumamos su adicción al poder, ahí tenemos
este potente retrato.
El problema es la escasa
dimensión que algunos secundarios tienen, unido a un guión que cumple funcionalmente,
pero que no consigue elevarse más allá. La película es sólida,
pero está en la última senda del cine de Costa-Gavras, al que le falta algo más
para llegar al nivel de sus obras del pasado.
Lo
imposible (J.A. Bayona)
Bayona
demuestra que sabe lo que se hace tras las cámaras. Después de hacer un pulcro
ejercicio de terror clásico con El
orfanato, se embarca en un proyecto
de envergadura sin que le tiemble el pulso ni un momento. La primera media hora
es apabullante, un espectáculo perfectamente orquestado. Un retrato del
huracán doloroso, y muy angustioso. Sin duda, toda una lección de cine como
espectáculo. Bien hecho.
Pero
a partir de ahí, la película se reduzca a esa búsqueda entre los miembros de la
familia, cayendo en el sentimentalismo
más facilón, con manipulaciones para todos los gustos. Engaños, música que
subraya, tensión forzada hasta el límite...todo lo imaginable para atrapar al espectador
de manera poco honesta.
Lástima
de enorme talento desperdiciado en productos muy menores. Películas que copian
a otras, reproduciendo una forma de hacer cine que es una apuesta comercial
segura, pero cuyos resultados artísticos dejan bastante que desear.
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