John
Cusack es un actor interesante con una filmografía repleta de obras
menores, tanto por su repercusión mediática como por su calidad.
Nunca ha conseguido alcanzar el estatus que se le presupone y no
parece que lo vaya a conseguir en un futuro próximo. No hace falta
más que echar un ojo a las películas que tiene pendientes de
estreno para darse cuenta de que su carrera no tiene pinta de que
vaya a despegar de nuevo.
Digo
de nuevo porque sí, que hubo un momento en el que parecía que se
había convertido en un actor valorado; me refiero a ese período
entre 1997 y el año 2000 en el que enlazó un puñado de películas
de muchísimo nivel. Todo empezó con Medianoche en el jardín
del bien y del mal, bajo las órdenes de Clint Eastwood, que
si bien no supuso un éxito en taquilla, si que se trataba de una
película extraña y estimulante a la que considero de lo mejorcito
de la filmografía de Eastwood. Posteriormente rodó Con Air,
de calidad discutible, pero con un considerable éxito de público.
Ya
en 1998 pudo apuntar en su currículum el haber trabajado con
Terrence Malick. La delgada línea roja suponía la
vuelta a la dirección del genial director tras veinte años de
silencio. Cusack formaba parte de un reparto plagado de estrellas
dentro de una película que consiguió siete nominaciones a los
Oscar.
En
1999 estrenó cuatro películas, de las que habría que destacar Cómo
ser John Malkovich y Abajo el telón, películas
con buena acogida por parte de la crítica pero de escasa repercusión
en las salas comerciales.
Cusack
seguía apuntando nombres de grandes directores en su currículum y
en el año 2000 facturaba la que, personalmente, considero su mejor
película junto a su colaboración con Malick. Basada en la
encantadora novela de Nick Hornby, Alta fidelidad -de
la cual también es guionista- le supuso su primera nominación para
un Globo de oro como actor y una nominación a los Bafta como
guionista. Otra vez la recaudación de la película no fue
impresionante, pero con el paso de los años la película ha ido
ganando en seguidores, y actualmente se la considera como una especie
de película de culto.
De
su trabajo tras Alta fidelidad lo cierto es que no hay nada
que merezca la pena destacar, no ha tenido un proyecto con
repercusión en más de una década, y no parece que lo vaya a tener.
Si sus años dorados no le ayudaron a escalar peldaños en la
industria; o los años previos, con notables películas como Balas
sobre Broadway, Sombras y niebla, Cuenta
conmigo, Dieciséis velas, Un gran amor
o Los timadores, no le han hecho ser considerado como
uno de los tipos con los que merece la pena contar a la hora de
elaborar un reparto, no creo que haya nada ya que lo haga.
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