Dirección
y guión: Lynn Shleton.
Intérpretes:
Mark Duplass, Emily Blunt, Rosemarie DeWitt.
Música
original: Vinny Smith.
Fotografía:
Benjamin Kasulke.
Montaje:
Nat Sanders.
Idioma:
Inglés.
Duración:
90 minutos.
5/10
Comedia
al uso con disfraz de indie
A
pesar de que ya pasó la época, aún quedan resquicios de aquel
cajón desastre llamado cine indie. Una etiqueta que todavía llevan
algunas producciones, en su mayoría relacionadas de una forma u otra
con Sundance. Lynn Shelton se dio a conocer con Humpday
(2009), ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival creado
por Robert Redford. Ahora nos llega su siguiente trabajo, del que no
paran de repetir que fue rodado en 12 días.
Suponemos
que ahí anda ese espíritu indie, en lo minimalista de su concepción
y ejecución. Tres personajes, presupuesto mínimo y
localizaciones escasas. Y esa pretensión naturista, esa búsqueda de
la autenticidad a partir de una muy viva construcción de personajes.
Shelton vuelve a la estructura de tres (parece que le gusta el
número) actos muy bien diferenciados, como ya ocurría en su
anterior obra.
El
primero de ellos es el que más cerca está de conseguir su objetivo.
Incluido un muy certero prólogo, la noche de borrachera tiene el
tono adecuado, y ese tan difícil arte de contar mucho sin estar
contando nada. Con todo el poso que se esconde en la aparente
cotidianidad. Pero a partir de ahí, el film entra en los códigos de
la comedia mainstrean de toda la vida. Y es ese choque el que El
amigo de mi hermana es incapaz de soportar.
Un
segundo acto que basa su supuesto encanto en equívocos, engaños y
secretos. Trucos, alguno bastante forzado, que desequilibran la
búsqueda de verdad tan bien edificada en el anterior tramo. Ni
siquiera momentos como el de la cama compartida consiguen quitar ese
regusto de deriva que va tomando el film. Lo peor viene en un
tercer acto que abraza sin pudor los tópicos, con un sangrante
desenlace en el que el personaje masculino pronuncia un discurso que
apesta a peliculero. A cine del malo.
Previamente,
no sabemos muy bien si por rellenar metraje, la autora se dedica a
mostrarnos como reflexionan sus criaturas, cada una en su mundo
interior. Si de verdad la intención era esa, no se entiende muy bien
la introducción de una canción, una vez más al más puro estudio
hollywoodiense, subrayando con obviedad las emociones. Y de paso,
eliminando una autenticidad que empezó a evaporarse tras la resaca
etílica.
El
amigo de mi hermana se mantiene gracias a la excelente
química de un reparto en absoluto estado de gracia, y a algunos
momentos inspirados. Pero, en el fondo, no hay mucho detrás de este
trabajo sobre relaciones. Casi todo está dicho en los primeros
minutos, y el resto son clichés disfrazados de prestigio porque
están dentro de una película pequeña y barata. Pero no cuela. Al
menos, no para el que esto suscribe.
Manuel
Barrero Iglesias
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