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domingo, 23 de septiembre de 2012

A Roma con amor

To Rome with Love (USA-Italia-España, 2012).
Dirección y guión: Woody Allen.
Intérpretes: Woody Allen, Judy Davis, Roberto Benigni, Penélope Cruz, Jesse Eisenberg, Ellen Page.
Fotografía: Darius Khondji.
Montaje: Alisa Lepselter.
Idiomas: Inglés, italiano.
Duración: 112 minutos.


6/10

Allen y sus vacaciones en Roma

Completa Woody Allen lo que podríamos llamar su 'Trilogía del turista' con esta película sobre otra gran ciudad europea (después de Barcelona y París). Las tres introducen en el título el nombre de la ciudad en cuestión, y en todas ellas el director dedica un tiempo considerable a exaltar la belleza del lugar. En este trabajo también tenemos los inevitables toques pintorescos, además de la presencia machacona de música autóctona (defecto que también presentaba Vicky Cristina Barcelona).

A Roma con amor es la película de Allen que más se acerca a los códigos del cine del país en el que ha rodado (no vamos a descubrir ahora la pasión que siente por la cinematografía italiana). Estamos ante una comedia con mucho de costumbrismo, trazada a través de cuatro relatos independientes que se alternan en un más que discutible montaje. El desequilibrio temporal entre las distintas historias (en alguna solo pasan horas, en otras días, incluso puede que meses) provoca una sensación de discontinuidad un tanto desconcertante. Da la impresión de que el film va a trompicones.

Está claro que nos encontramos ante una película menor del genio neoyorquino. Cosa que se hace muy evidente en unos diálogos que quizás sean los menos brillantes de su trayectoria. Es cierto que nos deleita con algunos destellos de ingenio, pero el nivel general no es el que nos tiene acostumbrado. Tampoco hay visualmente grandes innovaciones, un aspecto por el que sí se ha preocupado bastante en los últimos tiempos, y que aquí en esta ocasión resulta de lo más funcional.

Estamos ante otra de esas películas episódicas, de relatos cortos, que presentan un irregular resultado. Desde el más vulgar de todos -el de los provincianos en la capital parece sacado de una comedieta tipo Manuale d'amore-; hasta el más punzante -el del triángulo sentimental-, que se suma a la lista de certeras reflexiones que sobre el amor sigue haciendo Allen. Aparte de contar con dos intérpretes de la talla de Jesse Eisenberg y Ellen Page.

Pero más que la comedia romántica -presente en dos de los relatos- el tema común que tienen todos ellos es el de la fama. Es obvio en la historieta de Roberto Benigni, en la que Allen sorprende con un discurso ambivalente. Por supuesto, critica lo absurdo y efímero de la fama, pero también termina con una especie de alegato a favor de ella. Por mucho que alguien se pueda quejar (el propio Allen siempre ha sido el primero) de las incomodidades que provoca, la notoriedad siempre tendrá más ventajas que inconvenientes. Aunque también es un arma de doble filo que alimenta el ego de forma peligrosa.

El mismo Allen -al que últimamente le gusta reservarse brillantes papeles secundarios- protagoniza una historia en la que también se da vueltas al tema de conseguir fama y prestigio. Al fin y al cabo, a todos nos gusta ser reconocidos por hacer algo bien, por hacer la vida de la gente un poco más feliz. En cuanto a los dos relatos románticos, el tema se introduce de forma tangencial, aunque decisiva para el desenlace final de ambos. En cualquier caso, todo el film se ve recorrido por un halo de magia, por un divertido surrealismo; que va desde el personaje de Alec Baldwin hasta todo el cuento protagonizado Benigni.

Alguna genialidad suelta, y unos cuantos momentos inspirados. En este ligero trabajo de Allen hay, como siempre, alguna reflexión brillante. Pero al conjunto le falta fuerza, hay demasiadas cosas que parecen estar descuidadas. Desde los diálogos hasta el montaje, hay una serie de erróneas decisiones que hacen que A Roma con amor nos deje un sabor un tanto agridulce. O más bien, un tanto insípido. Lo cual es casi peor.

Manuel Barrero Iglesias


1 comentario:

  1. El episodio de Benigni es un soberano coñazo. El mejor el de Pe.

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