Dirección
y guión: Woody Allen.
Intérpretes:
Woody Allen, Judy Davis, Roberto Benigni, Penélope Cruz, Jesse
Eisenberg, Ellen Page.
Fotografía:
Darius Khondji.
Montaje:
Alisa Lepselter.
Idiomas:
Inglés, italiano.
Duración:
112 minutos.
6/10
Allen
y sus vacaciones en Roma
Completa
Woody Allen lo que podríamos llamar su 'Trilogía del turista' con
esta película sobre otra gran ciudad europea (después de
Barcelona y París). Las tres introducen en el título el nombre de
la ciudad en cuestión, y en todas ellas el director dedica un tiempo
considerable a exaltar la belleza del lugar. En este trabajo también
tenemos los inevitables toques pintorescos, además de la presencia
machacona de música autóctona (defecto que también presentaba
Vicky Cristina Barcelona).
A
Roma con amor es la película de Allen que más se acerca a los
códigos del cine del país en el que ha rodado (no vamos a descubrir
ahora la pasión que siente por la cinematografía italiana). Estamos
ante una comedia con mucho de costumbrismo, trazada a través de
cuatro relatos independientes que se alternan en un más que
discutible montaje. El desequilibrio temporal entre las distintas
historias (en alguna solo pasan horas, en otras días, incluso puede
que meses) provoca una sensación de discontinuidad un tanto
desconcertante. Da la impresión de que el film va a trompicones.
Está
claro que nos encontramos ante una película menor del genio
neoyorquino. Cosa que se hace muy evidente en unos diálogos que
quizás sean los menos brillantes de su trayectoria. Es cierto
que nos deleita con algunos destellos de ingenio, pero el nivel
general no es el que nos tiene acostumbrado. Tampoco hay visualmente
grandes innovaciones, un aspecto por el que sí se ha preocupado
bastante en los últimos tiempos, y que aquí en esta ocasión
resulta de lo más funcional.
Estamos
ante otra de esas películas episódicas, de relatos cortos, que
presentan un irregular resultado. Desde el más vulgar de todos -el
de los provincianos en la capital parece sacado de una comedieta tipo
Manuale d'amore-; hasta el más punzante -el del triángulo
sentimental-, que se suma a la lista de certeras reflexiones que
sobre el amor sigue haciendo Allen. Aparte de contar con dos
intérpretes de la talla de Jesse Eisenberg y Ellen Page.
Pero
más que la comedia romántica -presente en dos de los relatos- el
tema común que tienen todos ellos es el de la fama. Es obvio en
la historieta de Roberto Benigni, en la que Allen sorprende con un
discurso ambivalente. Por supuesto, critica lo absurdo y efímero de
la fama, pero también termina con una especie de alegato a favor de
ella. Por mucho que alguien se pueda quejar (el propio Allen siempre
ha sido el primero) de las incomodidades que provoca, la notoriedad
siempre tendrá más ventajas que inconvenientes. Aunque también es
un arma de doble filo que alimenta el ego de forma peligrosa.
El
mismo Allen -al que últimamente le gusta reservarse brillantes
papeles secundarios- protagoniza una historia en la que también se
da vueltas al tema de conseguir fama y prestigio. Al fin y al cabo, a
todos nos gusta ser reconocidos por hacer algo bien, por hacer la
vida de la gente un poco más feliz. En cuanto a los dos relatos
románticos, el tema se introduce de forma tangencial, aunque
decisiva para el desenlace final de ambos. En cualquier caso, todo
el film se ve recorrido por un halo de magia, por un divertido
surrealismo; que va desde el personaje de Alec Baldwin hasta todo el
cuento protagonizado Benigni.
Alguna
genialidad suelta, y unos cuantos momentos inspirados. En este ligero
trabajo de Allen hay, como siempre, alguna reflexión brillante. Pero
al conjunto le falta fuerza, hay demasiadas cosas que parecen
estar descuidadas. Desde los diálogos hasta el montaje, hay una
serie de erróneas decisiones que hacen que A Roma con amor
nos deje un sabor un tanto agridulce. O más bien, un tanto insípido.
Lo cual es casi peor.
Manuel
Barrero Iglesias
El episodio de Benigni es un soberano coñazo. El mejor el de Pe.
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