Terraferma
(Italia-Francia, 2011).
Dirección
y guión: Emanuele Crialese.
Intérpretes:
Filippo Pucillo, Donatella Finocchiaro, Mimmo Cuticchio, Beppe
Fiorello, Martina Codecasa.
Guión:
Emanuele Crialese, Vittorio Moroni.
Música
original: Franco Piersanti.
Fotografía:
Fabio Cianchetti.
Montaje:
Simona Paggi.
Idiomas:
Italiano, siciliano, amárico.
Duración:
88 minutos.
El
verano de Filippo
El
cine italiano tiene una vasta tradición en filmes sobre la
adolescencia. Los retratos de jóvenes que descubren la vida adulta
pueblan la cinematografía transalpina, que ha dado unas cuantas
obras inolvidables sobre el tema. También son expertos en ese cine
nostálgico (muy unido al anterior) en el que el retorno al pasado
tiene un claro poso de añoranza.
Un
pequeño pueblo costero (otro tópico explotado por los
italianos) es el gran protagonista de este enésimo relato de
iniciación a la vida adulta. Lo más interesante de
Terraferma se encuentra en el hecho de que el
pasado que retrata sucede en el presente. Una pequeña isla con
dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos. La pesca deja de
ser rentable y los autóctonos tienen que recurrir al turismo para
subsistir.
El
film está repleto de interesantes dicotomías (aunque a veces puedan
caer en la simplificación), que se resumen en una: la lucha entre
tradición y progreso. Entre los mismos habitantes de la isla se
produce esa tensión. Loa más veteranos que se resisten a abandonar
su forma de vida; y los que pertenecen a la mediana edad, mucho más
dispuestos a dejar que entre el dinero en forma de turistas.
Y
aunque Crialese no puede evitar ponerse del lado de la vieja guardia
(a la que se muestra con mucha más humanidad), su mensaje final opta
por la concordia y la mesura. Ni renunciar al progreso, ni entregarse
a sus brazos a cualquier precio. Otra de las confrontaciones que
podemos ver es, precisamente, entre los turistas y los lugareños.
También aquí el director se preocupa en mostrar los pros y los
contras de ese intercambio.
A
medida que avanza el film, se introduce una nueva variante, la de los
inmigrantes ilegales. Se nos vuelve a enseñar la doble cara de
la misma moneda (y de manera muy gráfica): los que dejan dinero
frente a los que se dejan la vida. Es en este tema donde el film
corre el mayor peligro de caer en el manoseado cine de denuncia
social. El tratamiento se vuelve farragoso y demasiado oscuro.
Película
que combina momentos de altura con otros repletos de tópicos.
Como ese hilo conductor que es el adolescente al que le llega el
momento de confrontación con la vida adulta. Ese momento tan
'peliculero' en el que hay decisiones importantes que tomar, en el
que hay que decidir entre la cobardía y la siempre complicada
coherencia.
Manuel
Barrero Iglesias
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