Un
bonheur n'arrive jamais seul
(Francia,
2012).
Dirección:
James Huth.
Intérpretes:
Gad Elmaleh, Sophie Marceau, Maurice Barthélémy , François
Berléand, Julie-Anne Roth.
Guión:
James
Huth, Sonja Shillito.
Fotografía:
Stéphane Le Parc.
Montaje:
Joëlle Hache.
Idioma:
Francés.
Duración:
110 minutos.
Cartoon
romántico
Comienza
el film con un retrato de personaje manoseado por la comedia
romántica. El soltero de oro, el seductor empedernido libre y
sin compromiso. Obviamente, están abonando el terreno para la
llegada de la persona que cambiará su vida. Y, oh sorpresa, nos
encontramos con mujer aburguesada y hastiada de su matrimonio con un
hombre poderoso.
Con
un planteamiento tan repleto de clichés, uno se huele lo peor. Es
decir, otra azucarada comedia romántica más, que no aporte nada
nuevo al género. Y, a grandes rasgos, así es. Pero el autor se
guarda un as en la manga con el que consigue mantener nuestra
atención. Ese salvaje slapstick, cercano al cartoon, con el que
el maltrata sin piedad a Sophie Marceau. Un recital de caídas y
golpes que nos saca de la monotonía, aunque al final también
resulta algo cansino.
Por
lo demás, el buen hacer de los dos protagonistas también ayuda a
hacer más amenas las casi dos horas de metraje. Marceau está
radiante, y Gad Elmaleh despliega todo su encanto para crear una
magnifica química con su compañera de reparto. Lástima que la
aportación de los secundarios sea prácticamente nula.
Personajes incomprensibles (como el mejor amigo de Sacha), o
puramente funcionales (como el marido de Charlotte).
La
introducción del elemento filial tiene su gracia, pero no la
suficiente como para sacar a La felicidad nunca viene sola del
terreno del tópico. Una película con elementos puntuales de
diferenciación, dentro de un conjunto que se acerca demasiado a los
esquemas ya establecidos.
Manuel
Barrero Iglesias
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