La
irrupción de Edward Norton fue una de las más potentes en los
últimos coletazos del siglo XX. Con su primera aparición en la
gran pantalla ya hizo bingo, nominación al Oscar como mejor actor de
reparto incluida. Las dos caras de la verdad (1996) se
convirtió en paradigma de lo que más tarde ha sido su carrera. Una
dualidad casi bipolar en la que el actor se mueve con suma comodidad.
Dos extremos, el bobalicón y el psicópata, que Norton ha sabido
alternar en diferentes títulos. O incluso dentro del mismo film. Es
el caso de su debut, en el que engañaba al personaje de Richard Gere
(aparte de comerse los planos en los que aparecían juntos) y a la
audiencia. Por cierto, ¿saben quién gano aquel año el Oscar al
mejor secundario? Cuba Gooding Jr. Sin comentarios.
Ese
mismo año fue dirigido por dos pesos pesados. En El
escándalo de Larry Flint, Milos Forman
le daba el rol de abogado del pornógrafo. Woody Allen le dio uno de
esos papeles de inocentón en Todos dicen I love you,
bordando un trabajo que tiene infinidad de momentos divertidos.
Compartió
protagonismo con Matt Damon en Rounders (1998), aunque
fueron sus dos trabajos posteriores los que dispararon
definitivamente su fama y prestigio. Y en ambos, presente esa
dualidad que antes comentábamos. En American History X
(1998) realiza una poderosa creación, la de ese
neonazi arrepentido. La violencia en blanco y negro, y la calma en
color. Norton consigue hacer creíble el recorrido de su personaje en
una película, todo hay que decirlo, algo efectista. No era de
extrañar que consiguiera aquí su primera nominación como mejor
actor principal. Aquel año, por cierto, ganó Roberto Benigni. Sin
comentarios.
Y
entonces llegó El club de la lucha (1999), esa
película de culto en la que el magnífico David Fincher daba su
particular visión sobre el vació existencial de nuestra sociedad.
Ayudado por Brad Pitt, el personaje de Norton hace el recorrido que
va de ser un tipo aburrido y corriente, a alguien dominado por la
violencia. Con el mundo a sus pies, Norton incluso se atrevió a
dar el paso de dirigir su primer largometraje. Más que
amigos (2000), que él mismo protagonizaba junto a Ben
Stiller y Jenna Elfman, era una comedia romántica que se veía con
agrado, aunque no iba mucho más allá.
The
Score (2001) prometía mucho, aunque finalmente la acogida
fue más bien tibia. Pero Frank Oz consiguió reunir a tres inmensos
actores, cada uno de una generación, pudiendo ser cada cual sucesor
del anterior. Marlon Brando, Robert de Niro y Edward Norton. Casi
nada. Nuestro protagonista se encontraba en el punto más álgido
de una carrera que, por desgracia, empezó a decaer.
2002
fue un año de hiperactividad, con cuatro filmes estrenados. Entre
ellos, La última noche, que quizás sea el último
trabajo memorable de Norton. Una excelente película de Spike Lee
que contenía uno de los personajes mejor construidos dentro de la
filmografía del actor. Ese año también volvió a la comedia, a las
órdenes de Danny DeVito en Smoochy, tuvo un pequeño
papel en Frida, y estuvo en El dragón rojo,
precuela de la ya gastada saga de Hannibal Lecter.
En
los años posteriores combinó su participación en aparatosas
producciones de dudosa calidad con otras más “artísticas”. En
el primer grupo tendríamos The Italian Job (2003), El
reino de los cielos (2005), o El ilusionista (2006).
En las segundas, el western Down in the Valley (2005) y
El velo pintado (2006).
Y
si hay un personaje de ficción que se mueva en la bipolaridad, ese
es Bruce Banner/ Hulk. Así que nadie mejor que Norton para darle
vida en El increíble Hulk (2008), aproximación al
cómic realizada después del desastre que supuso la personal visión
de Ang Lee. Desde entonces, sus actuaciones se han limitado a títulos
más
bien intrascendentes: Cuestión de honor. Pride
and Glory (2008), Increíble pero falso (2009), Leaves of Grass
(2009), y Stone (2010).
Después
de un reposo de dos años, ahora vuelve a la gran pantalla con dos
secundarios en filmes importantes. Wes Anderson nos ha devuelto al
Norton más ingenuo en Moonrise Kingdom (2012), en la
que el actor vuelve a dar muestra de su gran calidad como intérprete
en un papel modesto. Además, presta su buen oficio para un personaje
más bien funcional en El legado de Bourne (2012).
Esperemos
que sea el inicio de la vuelta del gran actor que impresionó hace
una década. A sus 43 años, aún tiene mucho tiempo por delante para
convertirse de verdad en un digno sucesor de Marlon Brando o Robert
de Niro. Nosotros confiamos en él.
Un actorazo. Y además protagonista de mi segunda pelicula favorita: El club de la lucha.
ResponderEliminarY yo también confio en él ;)