Margaret
(USA, 2011)
Dirección
y guión: Kenneth Lonergan.
Intérpretes:
Anna Paquin, Mark Ruffalo, Matt Damon, Jean Reno, Matthew Broderick,
Kieran Culkin, Allison Janney, Rosemarie DeWitt.
Música
original: Nico Muhly.
Fotografía:
Ryszard Lenczewski.
Montaje:
Anne McCabe.
Idioma:
Inglés.
Duración:
150 minutos.
Quien
mucho abarca...
Kenneth
Lonergan se estrenó en la dirección hace doce años con la
excelente Puedes contar conmigo. Ahora vuelve con Margaret,
un ambicioso drama acerca de las dificultades de una adolescente para
lidiar con la culpa, tras estar implicada indirectamente en la muerte
de una mujer al ser atropellada por un autobús.
La
película ha tardado muchísimo en ser estrenada. Para que os hagáis
una idea, entre los productores ejecutivos figuran Sydney Pollack y
Anthony Minghella, ambos fallecidos en 2008. Parece difícil explicar
cómo una película en la que figuran en el reparto gente como Anna
Paquin, Matt Damon, Mark Ruffalo, Jean Reno y Matthew Broderick tarde
tantísimo en estrenarse. Mi intuición me dice que tiene que deberse
a lo complicado que puede resultar vender una película como esta.
Se
trata de un drama de dos horas y media al que le sobran cincuenta
minutos. Una película de la que casi se podrían sacar dos. Una
que consistiría en un buen drama, un contenido relato acerca de la
culpa y el crecimiento personal. La otra sería una cinta minimalista
cargada de escenas inconexas, sin diálogos y sin mucho sentido;
escenas que cuando se ensamblan con el efectivo drama siguen sin
tener demasiado sentido.
Lonergan
lo carga todo demasiado, trata de abarcar más de lo necesario,
sobreexplicar personajes sin demasiado peso en la trama principal. La
puesta en escena es sobria, tal vez en exceso, sobre todo porque
en todo momento la película pide algo que la haga salir del
adormecimiento en el que está instalada, y al que nos aboca sin
remedio. Pero nada sale en nuestra ayuda: no la puesta en escena, no
la música, casi nunca las interpretaciones.
Una
película ambiciosa, digna de halago en ese sentido, pues nunca juega
sobre seguro -ni en la forma ni en el fondo-, pero pierde demasiados
rounds como para no perder en los puntos. Una obra que ganaría
mucho ritmo con una nueva sesión de montaje, pero nos toca
conformarnos con lo que nos ha llegado, y lo que aquí se nos
presenta no es para tirar cohetes.
David
Sancho
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