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The
Dark Knight Rises (USA, 2012).
Dirección:
Christopher Nolan.
Intérpretes:
Christian Bale, Gary Oldman, Tom Hardy, Joseph Gordon-Levitt, Anne
Hathaway, Marion Cotillard, Morgan Freeman, Michael Caine.
Guión:
Christopher Nolan, Jonathan Nolan, basado en los personajes creados
por Bob Kane.
Música
original: Hans Zimmer.
Fotografía:
Wally Pfister.
Montaje:
Lee Smith.
Idioma:
Inglés.
Duración:
164 minutos.
Nolan,
la leyenda continúa
Con
apenas un puñado de películas, Christopher Nolan ha conseguido
ganarse el respeto casi unánime de la crítica internacional y el
aplauso de una audiencia masiva que ve y espera sus filmes con
entusiasmo; imaginando que aquello que van a presenciar será
diferente a lo que cualquier estreno medio de los grandes estudios
norteamericanos, destinado a arrasar la taquilla, pueda ofrecer. No
es casualidad. Su gran “presentación en sociedad” fue con su
segundo trabajo; Memento enamoró y sorprendió al
mundo. Un soplo de aire renovado que asumía riesgo en lo contado, y
que era resuelto y presentado con una brillantez incuestionable. Y
precisamente ése termina siendo el gran valor de Nolan: lograr que
el mayor artificio imaginable sea en sus manos un juguete manejable y
comprensible con el que todos podamos divertirnos.
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Asumir
el volver a contar la historia de Batman parecía un reto innecesario
tras las últimas y no tan lejanas presentaciones del personaje que
hizo la Warner en los ochenta y noventa. Sin embargo la elección del
creador londinense fue un empujón necesario para dar sentido a tal
regreso a las pantallas. Pese a las dudas que a algunos nos generó
esa decisión, al cuarto de hora de comenzar el visionado de Batman
Begins uno entendió que no estaba presenciando una
adaptación más de cómic al uso. La primera parte de esa primera
entrega es sencillamente cine apabullante, deslumbrante. Lo mejor que
había hecho su director hasta la fecha. Curiosamente, con la
aparición del “murciélago” en la segunda parte del metraje la
cosa queda un poco descompensada. Pero la película termina por dejar
un gusto de obra grande, y así fue reconocida.
El
camino elegido por Nolan, dando el superhéroe -y a los villanos a
los que se enfrenta- la categoría de ser humano: con sus
frustraciones, sus dudas y sus debilidades (algo que no es nuevo pero
que en esta vía se plantea como el centro profundo de la historia);
marcará un antes y un después a la hora de reflejar las andanzas de
todos estos personajes de ficción. La acción es relevante pero lo
que se quiere contar va mucho más allá. Ejemplo muy claro de todo
esto fue el segundo capítulo de la saga. El caballero oscuro
es un milagro. Una de esas películas en las que uno percibe ya el
aroma de clásico a los cinco minutos de abandonar el cine. Suma
perfecta de todas las virtudes comentadas del director, hay algo que
va mucho más allá. Quizá la potencia de ese malvado llamado Joker
al que dio la vida, quién sabe si literalmente, Heath Ledger. O
quizá el énfasis dramático tan apasionado, dentro de ese caos
dibujado, que destila cada fotograma. El caso es que ese film ocupará
ya para muchos un lugar de honor entre las mejores películas
visionadas en las últimas décadas.
No
hay, o no se transmite, ni de lejos, la misma crudeza, ni la misma
pasión, ni la misma profundidad en la última entrega de la
trilogía, El caballero oscuro: la leyenda renace. Sin duda,
porque la historia no tiene el peso específico de la anterior,
porque el villano elegido que interpreta Tom Hardy -el
torturado Bane- está lejos de escalar a la altura de su
predecesor, porque las motivaciones que llevarán a Bruce
Wayne a volver a enfundarse al traje de Batman son demasiado manidas,
y porque el resto del coro de personajes no lucen como debieran
perdidos en un guión (obra del propio Nolan, junto a su hermano
Jonathan) que puede estar bien planteado pero que busca ser enorme
(craso error) para acabar dispersándose. Salvando a una
extraordinaria Anne Hathaway, en su papel de Catwoman, quien nos
brinda algunos de los mejores momentos de la trama, tanto cómicos
como enigmáticos, con esos vaivenes entre bandos que tanto juego
dan. Hay previsibilidad y falta de sorpresa (si exceptuamos
algún estupendo golpe de efecto final que, por cierto, dejan la saga
completamente expuesta a futuras continuaciones).
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Se
podía pedir más. Una pena que el libreto no ayude en absoluto.
Había esperanza de culminar la trilogía, que había crecido hasta
cotas altísimas, con un desenlace aún más elevado. El problema
radica en que veníamos de experimentar un fenómeno que ocurre muy
de cuando en cuando. Teníamos en el recuerdo El caballero oscuro.
No olvidemos que los milagros son difíciles de presenciar y, cuando
suceden, hay que valorarlos como tales.
Jorge
R.