Project
X: (Estados Unidos, 2012).
Dirección:
Nima Nourizadeh.
Intérpretes:Thomas
Mann, Oliver Cooper, Jonathan Daniel Brown, Kirby Bliss Blanton, Dax
Flame, Nichole O´Connor.
Guión:
Matt Drake y Michael Bacall.
Fotografía:
Ken Seng.
Montaje:
Jeff Groth.
Idioma:
Inglés.
Duración:
88 minutos.
Superbad Meets Cloverfield
Nima
Nourizadeh debuta en la dirección con la historia de unos chavales
que quieren montar un fiestazo tremendo para ascender en el escalafón
social de su instituto. La cuestión es que la cosa se les va de las
manos, y lo que debería haber sido una pequeña fiesta para veinte o
treinta personas se acaba convirtiendo en algo parecido a la Segunda
Guerra Mundial.
Grabada
como si de las dos primeras entregas de Rec se
tratase, la cinta tiene un cierto estilo visual deudor de este tipo
de películas. Chico quiere grabar la fiesta para hacer un
documental y no suelta la cámara ni aunque ello le cueste la vida.
El envoltorio condicionando el contenido, no para bien, pero
tampoco importa mucho.
En
lo narrativo, la película es sencillita en sus inicios. Una
presentación de personajes al uso, tanto por los mismos personajes
como por la forma de llevarla a cabo. De ahí en adelante van
teniendo cabida todos los clichés del cine adolescente. No es
hasta su tramo final que rompe con este tipo de filmes para
enloquecerse hasta extremos inimaginables, y acabar siendo una
especie de cine de acción mezclado con algo de cine de catástrofes.
Una batiburrillo de géneros que podría haber quedado simpático de
no ser porque la cosa no tiene ni la más mínima gracia.
Al
cocktail le añaden chicas con poca ropa, chistes de mal gusto y un
mensaje irresponsable, con lo cual ya se aseguran la veneración por
parte de los descerebrados adolescentes de medio mundo.
Especial
atención hay que darle al mensaje de la película, el cual ya ha
levantado polémica. Podría hacer una disertación acerca
de lo que pueden haber querido transmitir los guionistas con esta
historia, pero seguramente estaría equivocado, ya que es muy
probable que ni siquiera quisiesen transmitir algo más allá del
mero entretenimiento. Pero lo que está claro es que con lo que
uno se queda cuando acaba la película es que ha visto a unos
adolescentes de fiesta que destruyen casi un barrio entero, y lo que
reciben es una palmadita en la espalda.
Reconozco
que la película tiene cierto atractivo y que hasta en algún
momento llegué a pensar que no me importaría estar en esa fiesta,
pero conforme todo avanza el sentimiento de vergüenza ajena
crece. Y al final se convierte en una especie de odio hacia esos
chavales con los que se supone que tenemos que empatizar, y a los que
te gustaría poder darles la tunda que sus padres olvidan al final de
la película.
David
Sancho
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