Les
femmes du 6ème étage (Francia,
2010).
Dirección:
Philippe Le Guay.
Intérpretes:
Fabrice Luchini, Natalia Verbeke, Carmen Maura, Lola Dueñas, Berta
Ojea, Sandrine Kiberlain.
Guión:
Philippe
Le Guay, Jérôme Tonnerre.
Música
original:
Jorge Arriagada.
Fotografía:
Jean-Claude Larrieu.
Montaje:
Monica Coleman.
Idioma:
Francés, español.
Duración:
104 minutos.
Criadas
y señores
A
algunos parece que se les ha olvidado, pero hubo una época (no tan
lejana) en el que España era un país de emigrantes. Ahora que
vienen tiempos difíciles, es probable que muchos tengan que volver a
salir en masa a buscar un lugar con más oportunidades; así que
viene muy bien un film como este para recordarnos que no siempre
hemos sido un territorio receptor de inmigrantes.
Paris,
años 60. Un grupo de españolas que trabajan como empleadas del
hogar conviven en el mismo edificio que un matrimonio francés de
clase alta. El film está narrado desde la perspectiva francesa, así
que desde la perspectiva ibérica muchos hablarán de los tópicos
que rodean a este grupo de mujeres. Pero no debemos olvidar que
estamos ante algo que es más una comedia situacional que un
estricto análisis documental de la época.
Que
las españolas se pasen la mayoría del tiempo riendo y bailando es
la forma que tiene el autor de subrayar la festividad del carácter
latino en contraste con lo estirado del ambiente en el que se mueve
el personaje de Fabrice Luchini. Al fin y al cabo, Las chicas
de la 6ª sexta planta es poco más que otra película
sobre el redescubrimiento de la vida. Sobre como un hombre gris
atrapado en un mundo deprimente descubre los placeres de la
sencillez. Y para ello era necesario ese contrapunto (quizás algo
exgaerado) alegre de las españolas.
Intentando
abarcar todos los espectros (desde una republicana hasta una
religiosa), el retrato coral posee encanto y desparpajo, aunque no
deje de ser cierto que el tópico costumbrista siempre está presente. Sí me gustaría destacar papel de la esposa francesa,
mucho más lleno de matices de lo que pueda parecer a simple vista.
No se limita a ser una malvada a la que ridiculizar constantemente
para sacar el chiste fácil (véase Criadas y señoras), sino
que su humanidad nos llega a conmover en algún momento.
Pero
es el rol de Luchini el que da a la película esa personalidad tierna
e inocente. Una especie de niño
con zapatos nuevos que personifica la misma bondad, una
característica que explota en su contacto con las extranjeras. Un
trabajo que aboga por el intercambio cultural, que a veces se excede
en sus concesiones a los buenos sentimientos y en lo meloso de su
historia de amor. Ahí, en lo candoroso de su propuesta tenemos lo
mejor y lo peor de este vitalista film.
Manuel
Barrero Iglesias
Mucho mejor que Criadas y señoras, aunque a veces no dejabas de ver sketchs puestos porque sí, el final demasiado infantil pero la peli se salva por las actuaciones y el buen rollo que transmite.
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