Debutó en el cine ya bastante tarde, a los 27 años. Pero desde entonces se ha mantenido siempre en primera línea. Los inicios de su carrera, estuvieron muy vinculados a Juanma Bajo Ulloa y Julio Medem, nombres básicos en el cine español de los 90. La fama para el gran público llegó con Airbag. Incluso dirigió dos filmes del mismo corte: Año Mariano y Torapia. con más de 50 años, este actor al que siempre le ha gustado trabajar con directores noveles, ganó su primer Goya por su trabajo en También la lluvia. Ahora, vuelve a ponerse a las órdenes de Imanol Uribe (tras Días contados) para meterse en la piel de un militar franquista. Coincidiendo con el estreno de Miel de naranjas, charlamos con él.
Por Manuel Barrero Iglesias
-Me da la sensación de que eres
de esos actores que disfrutan en el papel de villano. No sé si me
equivoco….
Disfruto con mi trabajo, haciendo
de todo. A veces toca ser el bueno, otras el malo; a veces el cabrón, y a veces
el pánfilo. Disfruto cuando el personaje se aleja de mí. Cuando es más próximo,
me resulta más difícil interpretar. A mí se me da bien hacer villanos y
ladinos. Son más jugosos, porque tienes que buscarte un poco la vida si no los
quieres hacer planos. Son más retos. Un personaje altruista, buen padre de
familia, que va a trabajar… es más soso. Aunque, probablemente más difícil de
hacer.
-Es la primera vez que apareces en una película de la época franquista.
¿Te hacía especial ilusión recrear este periodo?
Me hacía mucha ilusión hacer por
segunda vez una película con Imanol Uribe. Con Carlos Berridi, con Eduard
Fernández, Blanquita, Iban…pero sobre todo, con Imanol Uribe. Me parece uno de
los directores potentes de este país, que ha hecho grandes película, y que las
va a seguir haciendo. Quería currar una vez más con él, y ha sido una delicia.
-Has trabajado dos veces a sus órdenes. Una antes y otra después de tus
experiencias en la dirección. ¿Cuál crees que es la mayor virtud de Uribe?
Crear un ambiente relajado. Un
caldo de cultivo cojonudo para que la gente se sienta importante. Tiene muy
claro lo que quiere hacer, pero está abiertísimo a lo que le transmitas, y la
mayoría de las veces te compra tu oferta. Porque es un apasionado de los
actores. Y es muy tranquilo. Yo le llamo No
Panic. Ya en Días contados era
una expresión que decía. -“Oye, que esta nube no se va…” -“No panic”. Y eso
tranquiliza mucho.
-El peso de Miel de naranjas
lo llevan dos jóvenes. ¿Cómo ayuda Karra Ellejalde a los actores sin
experiencia?
No nos confundamos. Porque Iban
es un actor joven, pero tiene mucha experiencia. Desde que tiene siete años
está haciendo televisión en el País Vasco junto con Barbarita Goenaga.
Yo, generalmente, no me meto en
la vida de los demás. Sin un compañero, sea joven o veterano, me pregunta que
como veo esto o lo otro, me encanta discutir y hablar. En esta película no se
ha dado la circunstancia, pero hay veces que las cosas no salen. Entonces te vas aparte, y hablas…En lo
humano, soy un compañero más. Y en lo profesional, no dejo de ser un compañero
más. No voy de profesor de nadie, como podrás comprender.
-En los 90 participaste en muchas óperas primas de directores como Bajo
Ulloa, Balagueró, Medem, De la Iglesia…¿en ese momento eras consciente de que
estabas participando en una parte importante de la historia del cine español o
ha sido ya más con la perspectiva del tiempo?
No, solo cuando han pasado una
quincena de años y ves en qué se han convertido esos directores, y que tú estás
en todas esa peliculitas. Entonces sí que dices: “Coño, formé parte de un
momento de la historia del cine español”. Sin dejar de ser uno más, participé
como tantos otros, como Álex Ángulo, Ramón Barea, u otros actores.
-Nunca has dejado de trabajar con directores jóvenes, pero ahora la
impresión es que no hay esa generación que hubo entonces. ¿Cómo ves tú el
panorama?
Creo que a nivel nacional están
surgiendo muchos directores nuevos, pero la verdad es que está bajando mucho la
cantidad de producción en el cine. Y nos vamos a resentir, porque aquí no da
para muchos. Cada año podemos reforzarnos con tres, cuatro o cinco. Si
tuviéramos otra salud en esta industria –si se le puede llamar industria a lo
nuestro- estaríamos como la selección española ahora para la Eurocopa. Nos
estaríamos nutriendo y reciclando continuamente. Pero cuando no hay para
fideos, ni para huevo frito, el papel de baño se convierte en papel de
periódico. La cultura va a ser hasta prescindible. Para gente que piensa que la
sanidad y la educación lo es…los del cine, que además somos unos rojazos, no
vamos a tener muchas puertas abiertas.
-Te quería preguntar por Bajo Ulloa, con el que has trabajado bastante,
¿qué te parece que lleve tanto tiempo sin hacer cine?
Es una enorme pena para este
país. Uno de los directores más capacitados para rodar cine. Con todo lo que
diga la gente que tiene de controvertido o difícil. Es un pedazo director. Y
uno de los tíos que tiene la capacidad de narrar en imágenes historias
maravillosas.
-¿Cómo recuerdas tu paso por la dirección? ¿Es una faceta que ya has
abandonado definitivamente?
Me siento mucho más solvente como
actor. Y, además, no está pagado el sufrimiento. La gente debería saber lo que
es dedicar dos años de tu vida, sin poder ver a tu familia, absorbido por una
película. Y lo poco que puede ser que te satisfaga al final. No sale a cuenta
ni económicamente, ni para la salud. Prefiero pasar por un proyecto que se hace
en dos meses; y cambiar como una abeja libadora de flor en flor, que estar en
una flor dos años. Porque te salen muchas canas, y se sufre mucho. Salga bien o
mal el proyecto.
-Por úlitmo ¿qué le dirías a aquellos de entrada rechacen Miel de naranjas por ser “otra película
de la Guerra Civil”?
Les preguntaría si la guerra del Vietnam es
una guerra más próxima a ellos que la Guerra Civil española. Y si no han visto
más cien películas distintas sobre la guerra de Vietnam. Y a ver si han visto
cinco sobre la Guerra Civil española. Dejándoles bien claro que esta no es una
película sobre la Guerra Civil, es una película de los años 50.
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