The Cold Light of Day (Usa, 2012).
Dirección:
Mabrouk El Mechri.
Intérpretes:
Henry
Cavill, Bruce Willis, Sigourney Weaver, Verónica Echegui, Joseph Mawle.
Guión:
Scott
Wiper, John Petro.
Música
original: Lucas Vidal.
Fotografía:
Remi
Adefarasin.
Montaje:
Valerio
Bonelli.
Idiomas:
Inglés,
español
Duración:
93
minutos.
Liándola parda en Madrid
Tras
conseguir con JCVD ganarse el corazón de los fans del cine de acción a través
de la redención de uno de los principales protagonistas de este género en los
80 y 90 (Jean-Claude Van Damme),
se esperaba con cierta ilusión el nuevo trabajo -y salto a Hollywood- del
francés Mabrouk El Mechri. Otra vez de la mano de una vieja gloria, aunque en esta ocasión sin
necesidad de rescate, ya que Bruce Willis se mantiene con cierta dignidad
en el cine actual. El actor queda aquí como un mero padrino que da el relevo a las nuevas
generaciones, corporeizadas en un musculoso Henry
Cavill (al que próximamente le
veremos embutido en las mallas de Superman). Pero si este es el relevo
en el cine de acción ‘made in Hollywood’, mal futuro nos espera.
Si
Willis es el padrino, Sigourney Weaver ejerce de madrina. Ésta sí, dándole su
apoyo al joven aspirante a lo largo de toda la cinta, aunque tampoco sirva para
mucho. Y como representación autóctona una desaprovechada Verónica Echegui, y
un pintoresco Oscar Jaenada como dueño de una gran discoteca.
En este supuesto thriller de acción la
tensión se diluye con tantas idas y venidas de sus protagonistas, perdidos por
las calles de Madrid. Y he aquí otra desventaja para la película,
especialmente para las pantallas castizas: en los movimientos
espacio-temporales de los protagonistas por la ciudad se rompe la verosimilitud,
y sacan de la película al espectador al ser las localizaciones demasiado reconocibles.
Aunque se intente, no es fácil obviar que no se puede llegar a la carrera en cinco
minutos de Ciudad Universitaria a la Plaza Mayor. O que por una reconocible
selva tropical de la estación de Atocha se salga a Sol.
Lo que sería anecdótico si nos encontráramos ante una
película bien estructurada, con una trama sólida, y unos personajes potentes;
en este caso resulta esperpéntico. Y para más inri, esa publicidad sin pudor de
una conocida discoteca de Madrid. Una
tomadura de pelo sin pausa, de la que el espectador solo puede sacar provecho si
la toma con humor. Al menos, no cae en unos tópicos demasiado marcados; o
barbaridades como la quema de santos en la Semana Santa de Sevilla de Misión Imposible 2 o los Sanfermines
sevillanos de Noche y Día.
M. Lofish
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