Dirección:
Alberto Rodríguez.
Intérpretes:
Mario Casas, Antonio de la Torre, José Manuel Poga, Joaquín Nuñez,
Lucía Guerrero, Inma Cuesta, Juilán Villagrán.
Guión:
Alberto Rodríguez, Rafael Cobos.
Música
original:
Julio de la Rosa.
Fotografía:
Alex Catalán.
Montaje:
J. Manuel G. Moyano.
Idioma:
Español.
Duración:
96 minutos.
Apatrullando
la ciudad
Con
su última película, Alberto Rodríguez ratifica que se maneja a la
perfección como todoterreno capaz de moverse en géneros muy
distintos. Y sin perder nunca la personalidad. Si sus dos primeros
trabajos en solitario tenían un marcado acento en el ‘cine
social’, con After se desmarcó de la temática para hablar
sobre las crisis de los treintañeros de clase media/cómoda. Ahora
se atreve con el thriller policíaco; género que parece vivir un
renovado auge en nuestro país, tras el éxito de No habrá paz
para los malvados.
El
gran acierto de Grupo 7 es su marcado localismo.
A diferencia de otros recientes thrillers europeos demasiado
americanizados, Rodríguez enraiza su film en un lugar y tiempo muy
concretos: la Sevilla poco antes de celebrarse la Expo’92. El
director sabe de lo que habla, y empieza a construir su sólido
relato sobre el certero retrato de la capital andaluza. Desde la vida
en los bares, hasta la aparatosa religiosidad.
También
funciona el film como fresco de una época, finales 80-principios 90,
que andaba aún con los últimos coletazos de la drogadicción a la
vista de todos. Ahí entra este grupo de policías encargados de
hacer posible el propósito de los que mandan: ‘limpieza’ del
centro turístico. Drogas sí; pero en la periferia, por favor.
Otro
nivel más en el que se mueve Rodríguez es el de las historias
personales de sus protagonistas. Los
personajes de Mario Casas y Antonio de la Torre están llenos de
complejidad y contradicciones. La
debilidad y la violencia son dos caras de la misma moneda, y los
límites éticos no encuentran nunca una clara definición.
Escoltados de forma ejemplar por José Manuel Poga y ese
descubrimiento que supone un inconmensurable Joaquín
Nuñez, el grupo destila
autenticidad.
Un
thriller potente, humano, con su toque de denuncia hacia los poderes
políticos. Un film que no se olvida
de los marginados, de su supervivencia, de su espíritu colectivo.
Una película en la que casi todos
son víctimas a la vez que verdugos. Un tenso retrato social dirigido
con pulso, interpretado con solidez, y que funciona en los distintos
niveles en los que penetra.
Manuel
Barrero Iglesias
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